domingo, 24 de noviembre de 2019

Que viváis felices por siempre jamás

“Creo que tenemos claro con quién queremos pasar el resto de nuestra vida”. Con estas palabras, Juanfry, dió la vuelta a lo que, parecía, iba a ser solo una comida familiar. Dijo esa frase, sacó un anillo, se arrodilló, y, en un instante, transformó un día lleno de sueños en uno dispuesto a hacer historia. 



El amor es un viaje en el tiempo y sobrevive a todo lo imaginable. En todos sus sentidos, está presente en cada acontecimiento de nuestra vida. Es ése que ha conseguido unirnos a todos nosotros en el mismo lugar y en este mismo instante. Porque os queremos, porque os queréis: El amor siempre tendrá toda la vida por delante.


Ante todo, os damos las gracias, María y Juanfry, por mirarnos así, por estar siempre dispuestos a ayudar, a aconsejar, a compartir. En vuestros ojos nos sentimos a salvo porque en ellos hay verdad. Sólo con fijar vuestra mirada en las nuestras, sentimos la certeza de la autenticidad, la lealtad y la sinceridad.

[Y no quisiéramos estar hoy (9 de noviembre de 2019) en ninguna otra parte, salvo aquí, a vuestro lado]
 

Recuerdo perfectamente la primera vez que vi a Juanfry. Había venido a casa, con más amigos, creo recordar que era el cumple de mi hermana. No sé por qué me fijé en él. Son de esas personas cuya cara retienes en la memoria, sin más. Nunca sabes por qué un rostro, de repente, te es familiar sin haberlo visto antes. Creo que él después ha contado que en aquel momento ya estaba enamorado de María.  


Habéis crecido juntos, pasando por muchas etapas diversas, desde el instituto hasta vuestro actual trabajo, el que amáis profundamente por llevaros por ese camino de aprendizaje y vocación. Hoy celebramos un viaje por más de una década de recuerdos.

Recuerdo, como si estuviera ahora dentro de él, el dormitorio que mi hermana y yo compartíamos, con nuestras camas iguales, blancas con bolas doradas, sus colchas de flores azules hechas por mamá. Nuestro enorme armario de espejos y tu gran osa rosa de peluche sobre la mecedora de la abuelita María. Cuántas horas viendo juntas nuestras películas favoritas en el sofá de casa, románticas empedernidas, con lágrimas inconfesables mezcladas con risas vergonzosas, que se daban después las “buenas noches” a altas horas de la madrugada. 


Mi hermana es mi Meryl Streep en los Puentes de Madison, mi Keira Knightley en Orgullo y Prejuicio, mi Kate Winslet en Vacaciones, mi Jennifer Grey en Dirty Dancing. Todas ellas, heroínas de su propia batalla interior. Creo que siempre, mientras veíamos esas pelis, ambas pensábamos “mi hermana se merece también vivir una gran historia”, y no sólo a nivel romántico.

Lo que más me gusta y lo que más valoro es olvidar tantas veces que soy la mayor porque ella me enseñe tanto.

Ella me hace crecer más que los años.
Con el mando a distancia bien lejos, para no darle a ningún botón sin querer y perdernos esta bonita historia, disfrutaremos bien la boda de vuestros sueños, la que supera cualquier ficción. Nuestra particular enfermera en apuros encontró a su príncipe, eso sí… con bata blanca. Él es su príncipe azul no sólo por el color de sus ojos sino por el color de su alma cuando el agua del mar es tan cristalina que ves claramente la arena del fondo.

Así sois, transparentes.



A pesar de vuestra juventud, sois desde hace mucho tiempo un ejemplo a seguir, incluso para los que tenemos algunos años más. Perseverantes, trabajadores, luchadores, familiares y amigos fieles, generosos y valientes… Aunque la humildad siempre vaya con vosotros y creáis que no hay razón para tanto alboroto, no podemos evitar deciros que llenáis de orgullo a vuestras familias.


Habéis inundado de bondad esta ermita nada más entrar por la puerta y dudo mucho que los invitados a este cuento de hadas salgamos de aquí igual que entramos. 



Algo cambia dentro de nosotros cuando se vive un día como el de hoy, como cuando entramos en la sala de cine a ver esa película que tanto tiempo llevábamos esperando y luego nos quedamos sentados un rato más, viendo salir los créditos y escuchando la banda sonora que, en ese momento, nos parece la melodía más bonita que hayamos oído nunca. Y en cierta manera esta boda no acabará al final del día porque estará siempre entre los mejores momentos de vuestra vida.  




Seguid con esas ganas de vivir porque se contagian y sobre todo nos curan. Felicidades por vuestro aniversario de novios que celebráis también, y por vuestro enlace. 


Para terminar, podría decir “Vivan los novios” pero mejor os digo que… “viváis felices por siempre jamás”.

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