viernes, 13 de febrero de 2015

La vida es un cuento hecho realidad


Recuerdo que, hace unos años en medio de una conversación sobre los libros que nos gustaban o que nos habíamos leído recientemente, Patricia me dijo alarmada, ¿no te has leído El Principito?. Ante mi negativa, un tanto avergonzada, mi amiga no dejaba de manifestarme su sorpresa ante este hecho. La verdad es que era una de mis lecturas pendientes y, desde aquel momento, lo había tenido más pendiente aún, hasta que llegó el día en que dije, me pongo y lo leo, ya no puede pasar más tiempo. Y quedé encantada con esas metáforas y esas enseñanzas que te hacen reflexionar y transportarte a las escenas maravillosas que recrea la obra del francés Antoine de Saint-Exupéry. Los entrañables dibujos del autor, que acompañan la lectura, son auténticos reflejos de los sentimientos que llegan a despertar en el lector las andanzas de Le Petit Prince. 

Los cuentos son una de las mejores lecturas en las que podemos invertir nuestro tiempo. Son instrumentos, muchas veces, aún más didácticos, enriquecedores y esclarecedores que cualquier libro normal, por muy best seller que éstos últimos sean. Los cuentos son historias que nos transportan a un mundo, casi siempre irreal, pero donde ocurren cosas que podemos llegar a identificar con nuestra propia vida. Los cuentos contienen moraleja y apreciaciones que replantean el mundo en el que vivimos y cómo los acontecimientos que nos ocurren o que nos rodean nos afectan o, incluso, cómo nuestros actos repercuten en los demás.

La idea de que estas lecturas son sólo para niños es totalmente errónea y anticuada. Quien piense eso se está perdiendo grandes obras de la literatura que son capaces de endulzar, dirigir y alimentar el sentido más amplio que puede abarcar la imaginación de quien esté dispuesto a abrirse ante realidades, que además son mucho más grandes que nuestras creencias o pensamientos cotidianos.

La razón de hablaros de ellos es porque, últimamente, ha coincidido que he leído tres cuentos en los últimos meses que me han llegado al alma. Cada uno de ellos, muy diferentes entre sí, describe auténticas formas de vivir la vida y de encontrarle sentido. Sobre escenarios dispares, con personajes peculiares, únicos y asombrosos, en situaciones atípicas pero perfectamente reales. Los tres que os recomiendo poseen el don de hacer que no puedas despegar la mirada de sus páginas, ya que, es leerlos y entender por qué se encuentran entre los libros más especiales del mundo.

Antes de leer El principito, pude tener en mis manos El árbol rojo, no tan conocido como el primero. Había oído a mi amiga Rocío mencionarlo y, en cuanto escuché cómo hablaba de él, supe que debía buscarlo para regalárselo por su próximo cumpleaños. Y, resulta que me llevé una preciosa sorpresa al verlo. Lo habíamos encontrado Ricardo y yo por Internet, después de infructuosas búsquedas por librerías, y nunca esperábamos que fuese una edición tan bonita. Ét voilà. Aquí os dejo la imagen de una de las ilustraciones de ese inolvidable cuento, una foto que le he pedido a Rocío para el blog. 





Shaun Tan es australiano y es un maestro en crear ilustraciones acompañadas de pequeños textos que pueden entenderse, bajo mi punto de vista, como pequeños micro-relatos. En el caso de The Red Tree, esta peculiar niña de pelo rojo siempre encuentra un final feliz al final de su camino. Su lectura no deja indiferente a nadie y ante todo abre la puerta a cuantas conclusiones desees sacar de sus enseñanzas.

Y llegó Navidad y no pude resistirme. Necesitaba saldar una cuenta pendiente, la que tenía desde hace muchos más años que con El Principito. Creo que estaba todavía en el instituto cuando me lo compré y aún no había abierto sus páginas, a pesar de haber oído hablar de él hasta la saciedad, sobre todo en películas. Os hablo de Canción de Navidad, de Charles Dickens. Creo que lo más encantador de este libro es que todos hemos llegado a conocer en algún momento de nuestra vida a algún Scrooge. Alguien que, por sus desprecios hacia los demás o hacia algún aspecto de la vida, nos ha generado la impresión de que necesitaba cuanto antes una noche de fantasmas (del pasado, presente y futuro) que le mostrara la vida a la que su comportamiento, para con los demás y para con él mismo, lo había abocado.

Muchas veces entiendo a mi madre cuando me dice que alegre la cara, que no me enfade o que vea las cosas de otra manera, que me tome la vida de otra forma o que no me tome tan a pecho alguna situación. Todos somos más guapos cuando nos reímos, y además proyectamos mejores sensaciones y trasladamos una mejor actitud hacia los demás. Lo tengo comprobado por personas que he ido conociendo en este tiempo atrás y, por supuesto, en mi caso propio.

Estos cuentos me han ayudado a darme cuenta de lo importante que es mirar la vida desde otra perspectiva. La posibilidad de que un cuento pueda hacer estallar tu burbuja de seguridad y entendimiento es tan mágica como la intención que movió a sus autores a compartirlos con el mundo. 



Un cuento es el todo de un universo maravilloso, creado para hacernos soñar despiertos. Ése es un regalo que nunca deberíamos ignorar. Es por eso que os invito a leerlos, a sacar vuestras propias conclusiones y a disfrutar tanto, o más, de lo que yo lo he hecho con ellos. Nunca dejéis de ser niños, ni de cometer pequeñas locuras, porque, como dice mi amigo Pedro, esa es la actitud.

Y...hablando de leer... me ha hecho mucha gracia el vídeo que nos ha enseñado hoy nuestra profesora de inglés, con motivo de la cercanía del Día de San Valentín. Me encanta el final :) por aquí os lo dejo tambien.


Feliz fin de semana