martes, 21 de abril de 2020

Doce salvavidas para una vida confinada (o no)


En la búsqueda de la alegría y de esa caricia de las mañanas, mientras las ventanas abiertas ventilan la estancia, la vida confinada continúa. Cuesta centrarse y ordenar los pensamientos pero, confinad@s o no, las cosas que nos sientan bien no han cambiado e incluso descubrimos otras nuevas. Algunas, las comparto aquí y las lanzo como deseos y a la vez como terapias. Cada un@ tenemos las nuestras y es bonito pensar que hay muchas más esperándonos cada día. Algunas de las mías son estas doce.


1. Llamar al día “extraño” día “diferente”. Porque el primero suena a que no es fácil de digerir pero el segundo a que está lleno de creatividad y posibilidades.

2. Desterrar el “antes iba a.. y ahora no puedo” y perseguir las migas del camino que me llevan al “ahora quiero”, “ahora busco” y “ahora puedo hacer eso que antes había aparcado y que tanto me gustaba”. Y ponerlo en práctica.


3. Quitarme el pijama SI me apetece. Abandonar las zapatillas de casa y sentir que mis pies agradecen otra atmósfera dentro de las zapatillas de deporte. Decirles, al atarme los cordones, que no las he abandonado. Así siempre empieza mejor el día.

4. Regalarme un capricho a mi misma cada día. Ver cinco películas seguidas o una serie del tirón, colorear, estrenar una camiseta, pintarme los labios o las uñas, embadurnarme de crema el cuerpo, hacerme una limpieza facial. Llorar si así me lo pide el cuerpo.


5. Continuar, cual religión, con las videollamadas nocturnas con mi familia. Arreglar el mundo, reírnos, chincharnos y bromear con lo absurdo, hacer palomitas, soplar velas, cantar cumpleaños feliz, decirnos “te quiero” y dormir más felices.


6. Abrir las cajas que tengo por casa y encontrar libretas sin estrenar. Ver fotos antiguas, recortes de periódico, azucarillos con frases y un largo etcétera de recuerdos. Observar que dentro de ellas viven otras épocas también felices e imposibles de olvidar.



7. Escribir. Disfrutar de mis relatos en soledad desgranando sentimientos. Ordenar carpetas del ordenador, apuntar y buscar palabras nuevas, elaborar una lista de ideas para seguir creando.

8. Hacer una lista de películas y libros que siempre he querido ver y leer e ir tachándol@s placenteramente. Pensar en el siguiente post que escribiré sobre lo que me han parecido y lo que me han aportado.


9. Dedicar cada día una hora a hacer pilates. Querer quedarme a vivir en la postura de Mahoma y en los estiramientos del músculo piramidal y del cuádriceps. Llegar cada día un poco más lejos porque quiero conseguir tocarme las puntas de los pies.

10. Meterme en la cocina, encender la radio y darle volumen. Hacer mis primeras torrijas, mejorar mis guisos, aprender recetas nuevas. Abrir una cerveza fría y probar de sal lo cocinado.



11. Bailar como loca con las canciones de mi adolescencia como Mi medicina de Carlos Baute o Salomé de Chayanne y sudar felicidad. Bailar sevillanas, aunque no recuerde algunos pasos. Bailar lo que me apetezca en ese instante. Sola, con los cascos puestos y que el resto del mundo quede insonorizado.

12. Sonreír por dentro cada vez que diviso la silla de la playa instalada en la terraza y sentarme bajo el tímido sol de la primavera. Mirar al cielo azul y planear un viaje recorriendo el norte de España.



PD: Besar los despertares y rescatar el ánimo allá donde se encuentra. A veces cuesta y MUCHO, pero también costaba antes de esto. Sigamos agarrándonos a lo que nos ayuda a subir hasta la superficie, esos pequeños placeres e instantes particulares tan nuestros que le dan sentido a la vida. Una vida que, ahora, no es extraña, sino diferente.