domingo, 11 de enero de 2015

El arma de la libertad



Aún lo recuerdo como si fuera ayer. Los nervios después de cuatro años de estudio que llegaban a su fin, se mezclaron con las prisas por saber más y más de un tema que me fascinaba y que, desde el comienzo, tuve claro. Las fuentes investigadas, los días y noches involucrada en tantas páginas de sucesos, apellidos e historias. Llegó la fecha, era junio de 2006, y tuve que exponer ante el tribunal mi trabajo final de carrera: La libertad de prensa y sus libertadores. Nunca imaginé que ese trabajo volvería tan fuertemente a mi memoria. 

Y, horrorizada aún por lo sucedido en la revista satírica francesa Charlie Hebdo, no puedo dejar de acordarme de todos aquellos periodistas, escritores y dibujantes que, a pesar de todo, siguen empuñando un lápiz como arma de libertad. Son ellos los que siguen luchando, el resto no debemos mirar para otro lado, porque todos debemos ser Charlie. Y desde hoy, una imagen no para de rondarme en la cabeza, la del Arco de Triunfo de París con un gran letrero iluminado donde se puede leer: París est Charlie (París es Charlie) en apoyo a esas almas que, hasta el final, reivindicaron su forma de vivir y entender el mundo.

En todo el camino de aquellas averiguaciones y consultas de datos y hechos, para sostener los argumentos de mi trabajo, me encontré con años y años de falta de libertad en Latinoamérica, zona donde me encontré en aquel momento con más casos de atentados a la libertad de expresión. Periodistas encarcelados y/o asesinados, familias destrozadas, países sumidos en rebeliones y terrorismo, cierres de medios, políticas injustas, manifestaciones que reclamaban justicia, rostros de indignación y profunda impotencia y tristeza, etc. Hacer el trabajo final sobre este tema fue un auténtico golpe de años y años de realidad cruel, que me dejó huella e hizo que reflexionara sobre muchas cosas, en una época en la que estaba a punto de salir al mercado laboral.

Lo que ha pasado en París no es un caso aislado. Tal y como recoge hoy el Diario Ideal en una magnífica entrevista del compañero Carlos Morán a un experto en terrorismo yihadista,  “en 2005, un paquistaní armado con un cuchillo entró en la redacción de un periódico alemán que había publicado las viñetas de Charlie Hebdo e intentó asesinar al redactor-jefe de la publicación. Y en 2010, hubo cuatro complots contra una revista noruega, que también había reproducido las viñetas”. Lo que más me ha impactado es la seguridad con la que el también profesor de la UGR declaraba que “el llamado primer mundo debe acostumbrarse a convivir con el horror yihadista porque, con las hogueras que arden en Irak o Siria, esto va para largo”.

Periodista, poeta y ex prisionero político cubano, Raúl Rivero estuvo muy presente en aquel trabajo final. Muchas de sus palabras, impregnadas del sentimiento de una tierra golpeada por la ausencia de libertad de expresión, quedaron reflejadas en una de sus obras, llamada ´Sin pan y sin palabras´, donde describía al Periodismo como "el instrumento que tiene la sociedad para iluminar la vida, para sacar a debate todo lo que concierne e interesa a los seres humanos". "El periodismo", decía, "es un patrimonio de todos los hombres de la Tierra y el derecho a opinar, una maravilla que nos distingue de los bueyes y los corderos".

El New Yorker convirtió a la Torre Eiffiel en un lápiz gigante en una de sus portadas (el propio monumento apagó sus luces recordando a los fallecidos) y comunidades musulmanas como la granadina alzan su voz en contra de los crímenes que ha sumido a Francia en la más absoluta tristeza. Sólo el periodismo es capaz de recoger todas esas voces, darlas a conocer y contar la verdad de cuantos se han visto inmersos directa o indirectamente en estos últimos acontecimientos. Enhorabuena a todo vuestro trabajo compañeros, al final siempre queda la misma conclusión: un lápiz siempre será más fuerte que cualquier arma de fuego.

Buenas días, libertad