domingo, 23 de noviembre de 2014

Esperanza congelada



Aparentemente sólo es una canción, pero su letra, de repente, me llevó a un tiempo de trampas disfrazadas de oasis placenteros. Pensarlo, hizo saltar una lágrima que vidrió mis ojos, cuyas pupilas seguían mientras tanto clavadas en el escenario. Nadie me vió, fue un instante íntimo y secreto, al que sólo yo le dí importancia. Nunca había sentido tan clara la certeza de un vuelo hacia la nada de una esperanza, que, a veces, parece congelarse de tanto esperarla. Que a veces deja de ser nada para serlo todo.

“Cuando canto nunca piso tierra firme” no solo es la frase que suena perfecta en una melodía. No es un invento de un alma que intenta sincerarse sin destino, ni supone cantar emociones que solo sirven para acompasar un viaje por carretera. Cantar es el verbo que da sentido a una vida, el “nunca” incluye al “siempre” cuando se trata de las sensaciones, sobre todo de esas que nunca descansan en el suelo de todos los días, ese que se pisa por inercia sin recaer que sigue estando ahí abajo cuando crees levitar de pura felicidad. 

No quise jamás congelar la esperanza, sin embargo ella insiste en perderse durante momentos dificultosos del camino. La arena y el asfalto siguen ahí, sin marchitarse con el contacto de mis pies.

Por los momentos de brindis, de tréboles imposibles de encontrar, de brujitas en sal, de dientes de león flotando por el aire con mensajes entre sus "tentáculos", de estampas de santos y San Pancracios congelados, por pellizcos a ropa de estreno y por los papelitos arrojados al mar en la noche de San Juan. Por todos los elementos conspirados e involucrados, por esos deseos que riego todos los días y que siguen depositando semillas a cada paso. Por todo eso la esperanza decidió congelarse, por miedo a desaparecer para siempre. Y cuando se ve con fuerzas, despierta sin previo aviso y arrasa con todo.


Porque cuando escribo nunca piso tierra firme.
Porque cuando veo el piloto rojo nunca piso tierra firme. 
Porque cuando lees esto, lo compartes, lo vives conmigo, nunca piso tierra firme.

Porque cuando pienso en qué es la esperanza, me imagino a ésta levitando por un cielo donde brillan las estrellas por la noche, donde el sol resplandece, radiante por el día.

Por esos instantes que hacen que sobrevuele la superficie. A ellos les debo el que la vuelta a la tierra signifique darme cuenta de que lo vivido no fue un sueño.

Y aquí os dejo a la culpable de todos estos pensamientos. La canción que logró pillar desprevenida a mi esperanza, para continuar enseñándole el camino hacia el cielo.




Buenas noches.