miércoles, 28 de febrero de 2018

La actitud que desafia a los rascacielos


La canción perfecta te hace salir de casa como si fueras directa a encontrar el trabajo de tu vida. Y hago sonar un día Let the river run. Y, de repente, empiezo a oírla en la radio, la recuerdan en la tele, la nombra un amigo y su letra brilla con luz de neón durante la noche. Está en todas partes. No puede ser casualidad que además se dibuje en el asfalto.  



Salir de casa con la carpeta de currículums es ya un momento más esperanzador con esa melodía sonando. Y hasta los pasos de peatones parecen cantarme "llegamos a la orilla, corriendo sobre las aguas".

Y su ritmo me hace sentir elegante, como Tess (Melanie Griffith) en Armas de mujer al vestirme para ir a una entrevista de trabajo. Y oigo la propuesta en ese despacho mientras Carly Simon canta a nuestro lado "Nosotros, los grandes y los pequeños en pie sobre una estrella y abriendo un camino de deseo"

Escribe la mejor carta de presentación junto a tu candidatura. Ya sea para dependiente de Macdonald´s o para ejecutivo. Envía el currículum aunque no cumplas los requisitos porque... y si, ¿si?. ¿Qué vas a perder?. Con la emoción de la música cambio los días malos por los buenos. Por ese día que sonó el teléfono de la oportunidad.  

Todo lo que haces en esta vida tiene que tener lo mejor de ti. Atrae lo bueno y vendrá. Yo me trago todos esos slogans. Creo que hay que ponerle corazón a cada currículum (debe impactar al reclutador, mira estos consejos). 

Las malas rachas son las que te enseñan a esforzarte en serio y a tener perspectiva de lo que realmente importa. Tu actitud lo es todo.


Diseña el documento que te identifique y sé original. Me gusta ir a los sitios en persona, aunque luego me digan que lo debo enviar por email. No se sabe nunca a quién podemos conocer, no pierdas nunca la fe en las personas. Queda amabilidad detrás de algunos mostradores y existen ángeles en puertas giratorias. Y las voces del coro del comienzo de la canción te dicen que todo es posible por muy alto que sea el rascacielos.



Con la vibración del estribillo le consigues dar la vuelta al sentido de las palabras. Cuando los demás te pregunten "¿Qué tal?". Sonríe por dentro mientras les dices "ahí voy, tirando".  Y el verbo tirar lo usas en positivo

Tirar de contactos, como si estuvieran amarrados a un hilo mágico. Tira de ánimo, de pistas, de lugares, de caminos, de tus experiencias, de lo que te impulsa, de lo que te gusta, de tu alrededor, de los que conoces y pueden ayudarte, de lo que te ofrece la red (noticias, ofertas).


Vive siempre informado sobre tu área profesional. Dedica también tus días como desempleado a hacer eso que no te daba tiempo a hacer antes. Límpiate, renuévate, sigue formándote. Hazte voluntario de alguna causa, haz deporte. Échale imaginación a tus días inciertos.

Y ahora eres empleado de lo que siempre quisiste ser. Investigador, creativo, escritor, estudiante, músico. Busca #vida no solo #trabajo o #empleo. Y en las redes sociales, como en la vida, selecciona, sé diferente. Aprende a ser salvavidas y busca tesoros.

Descubre qué hay detrás del "ya te llamaremos". Sé paciente, al final acabará llegando el feedback que recompense tantas ausencias, aunque solo sea para "ir tirando". 


Huye del jefe que te obligue a decir en una inspección de trabajo "estaba aquí haciendo fotocopias". Huye. "Es el momento de hacer algo auténtico, inspirador, divertido". Todos llevamos un Jerry Maguire en nuestro interior. Todas, dentro de un cubículo hemos soñado con el momento de levantarnos y gritar "yo me marcho contigo".

 

Cruzando ese mismo paso de peatones me siento como Dorothy Boyd, como Tess, desafiando al mundo. Y llego al otro lado de la cera, la canción aún sigue sonando. "Se levantan ciudades de plata, las luces de la mañana, las calles que les dirigen...".

Recuerdo aquellos días de lluvia en los que no queríamos que se acabara el verano. Bajábamos con nuestro bañador y nuestras toallas. Nos metíamos en un portal, hacíamos una alfombra gigante y jugábamos a las cartas. "Sigue nadando", siempre hay soluciones, otro modo de dedicarte a lo que quieres. 

Y, así, siempre llego a casa de entregar currículums pensando en el trabajo que deseo. Intento atraerlo todo el tiempo. Lo miro a los ojos en los días venideros y le digo al espejo: "tú me completas". Y vuelve a sonar la música para el perfecto final "Los soñadores despertarán a la Nación". Y si trabajamos nuestro perfil despertaremos al fin, siendo mejores personas, mejores profesionales. No desistas, cree en ti.





Mucha suerte en la búsqueda. Y, recuerda... Let the river run, deja que tu río interior corra libre hacia la mejor versión de ti mismo.

domingo, 25 de febrero de 2018

Del Embalse de Aguascebas hacia la cascada de Chorro Gil. Aventura por Cazorla



Ver el agua caer, valiente y confiada hacia lo desconocido, me resulta emocionante. Y me dejo llevar, como la espuma y la corriente. Una y otra vez. Y por esa fascinación no lo pensé dos veces, cuando el dueño de la casa rural que alquilamos en nuestra última escapada al Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas nos sugirió dos opciones de senderos cercanos para la mañana siguiente. En cuanto oí cascada de Chorro Gil sabía que quería ir a verla. 

Parecía la forma perfecta para comenzar a recargar nuestra batería interior, como os conté en la entrada anterior del blog que podéis leer aquí.

Por la mañana pusimos rumbo a aquel destino. Iríamos andando desde la casa, situada en la localidad de Fresnedilla, un entorno con mucho encanto que nos ofreció la tranquilidad que veníamos buscando.
Disfrutar del Arroyo de las Aguacebas de la Fuente del Tajo, de los caballos y las vacas que íbamos encontrando en este paraje cercano a las casas de la Fresnedilla fue otra de las oportunidades que nos brindó esta escapada.
 

Y dejando atrás este entorno, pusimos rumbo a la cascada. Una hora y media en total (unos diez kilómetros) entre la ida y la vuelta a la casa rural. Una ruta que iniciamos desde el Embalse de Aguascebas.

Fue un sendero que nos dejó sensaciones que solo la naturaleza es capaz de regalar. Éstas son imágenes de la cascada que vimos y su entorno.






Si os gusta el plan de casa rural y parajes naturales, sin duda el Parque Natural de la Sierra de Cazorla es espectacular. Os dejo información aquí sobre la ruta que hicimos por los parajes de la Cañada del Avellano.





Y es que, dentro de este parque natural hay en total ocho caídas de agua (algunas no siempre se pueden ver a causa de la sequía, todo depende de las lluvias). En este artículo están recogidas todas las que podemos visitar en este paraíso natural.

Cuando miras el agua caer allá arriba dejas inevitablemente mil promesas prendidas en la espuma. Yo, al menos, siempre siento el impulso de pedir un deseo. Un deseo que se queda para siempre a merced de lo que quieran hacer con él aquellos árboles. 

Todos tenemos nuestros secretos, nuestros pequeños rituales en situaciones especiales como éstas. Y, aunque tengamos esos momentos de soledad con alguna cascada durante el sendero siempre nos rodeamos de grandes compañeros de viaje.

Y quizá volvamos algún día a recuperar todas aquellas experiencias. Aún nos queda mucha agua por ver. Mucha fauna y flora por descubrir.

lunes, 19 de febrero de 2018

El viaje que recarga tu batería interior



Comenzaba a caer la tarde cuando el bosque nos dejó “sin servicio” en el móvil. Lejos de cundir el pánico, en mi interior de repente me sentí liberada. Segura, como la sierra que ya me saludaba con sus troncos serpenteantes. Poderosa, como la Reserva de la Biosfera que nos recibía entre paisajes espontáneos. 

El Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas nos dió la bienvenida, regalándonos sin pretensiones el volver a sentirnos únicos dueños de nuestro tiempo.Y activamos sin remedio el "modo" avión en el teléfono, para viajar y sobrevolar aquellos parajes, patrimonio del corazón verde y profundo. Para hacer nuestros los escenarios donde poder dejar nuestra huella. Y, ahora, en cada piedra permanece nuestro legado de improvisados viajeros bajo nubes algodón.


  "A veces debes perderte para encontrarte"    




Y pasamos en cuestión de horas de una realidad a otra. El poder de la tecnología se perdió en alguna parte, entre el verde escenario y el musgo amarillo de los troncos, entre el agua y los caminos. Y, el asfalto volvió a su primitiva esencia de tierra y los cielos contaminados quedaron ya por un instante muy lejos, dejándonos ver por la noche las estrellas. 

Y lo que pasaba a cientos de kilómetros dejó de ser importante. Y compartir en redes sociales cada momento ya no era una “necesidad”. Y “espiar” lo que estaban haciendo los demás dejó de ser curioso o interesante. Porque respiraba por fin el aire que sobrevuela la mágica atmósfera de la liberación. Y solo quería compartir con ella el tiempo


{La vida es escurridiza. Y todo es cuestión de cálculo. Cuántas veces te has perdido una sonrisa, parte de una conversación, un chiste, un momento entre amigos, y tantas otras cosas e instantes por culpa de la pantalla del móvil. Haz la suma y no te saldrá la cuenta. La cuenta de las veces que has estado conectado a una realidad que ni tan siquiera era la tuya}

En desconexión, me sorprendí trabajando en esos verbos de los que nos olvidamos muchas veces. 
El agua caer, libre y natural, en cascada, el águila sobrevolando su hábitat, la vida creciendo en un pequeño charco creado por las lluvias y la nieve, la flora brotando entre las rocas naturales pintadas por el tiempo de negro y gris. Y recargué solo la batería imprescindible, la de las emociones sencillas. Y tomé prestado de aquel entorno sus matices. Y resultó que aquello fue mi gran epifanía.


Dicen que en cada lugar que visitamos se queda una parte de nosotros. Secretos guardados entre las montañas, donde la fría brisa parece resucitarnos y extraer de los poros de la piel los excesos de aquellas cosas que resultaron carecer de sentido.  

(Y comencé a temerle al domingo, el que siempre te devuelve a la realidad estés donde estés)


Nos reencontramos entre nosotros, los amigos. Y encontramos finalmente el camino. El mapa que cogimos para saber la ruta acabó pronto en la mochila, junto a la naturaleza que pudimos recolectar como recuerdo para el regreso a casa.

Por la noche apagábamos la luz de la casa y salíamos al exterior para intentar averiguar las constelaciones. Y fue la oscuridad la que iluminó dentro de nosotros una idea, el valioso poder de desconectar, de reconectar.
 
Cuando uno viaja a la Sierra de Cazorla siempre parece dejarse allí el corazón. Yo dejé una confidencia, un secreto, quizá una promesa durante los felices y efímeros días de desconexión móvil. Y ya no eché de menos ciertas cosas, ni sentía dolor por algunos pensamientos. Me dejé llevar y me perdí. Me alejé a un lugar mejor donde encontrarme.