martes, 9 de octubre de 2012

Alemania como destino donde encontrar una vida mejor

Una de las cosas que los periodistas solemos traer de fábrica es fijarnos en las pequeñas historias que topan con nosotros en cualquier parte y en cualquier momento del día. Éstas se pueden convertir en grandes reportajes, interesantes entrevistas, temas en los que ahondar más, que sentimos en cierta manera la obligación de contar, o que simplemente nos sirven para palpar lo que pasa a nuestro alrededor.

Esta mañana me he topado una vez más con la realidad que estan viviendo muchas familias con la crisis. El padre que, en muchos casos como hicieron sus abuelos o sus padres hace años, se tiene que marchar a Alemania para poder trabajar y buscar el sustento de los hijos. Es el caso de una mujer que estaba delante de mí en la cola del supermercado. Le comentaba a la cajera que su marido no estaba con ella, y al preguntarle ésta el por qué, la mujer le ha explicado que era porque se había marchado al país germano para tener opción a un puesto de trabajo. Lo que más me ha sorprendido ha sido la seguridad de la mujer al comentar que pronto también se irían ella y sus hijos para allá, en cuanto su marido estuviera instalado allí. No hablaba con tristeza por su próxima marcha, ni con pesar. Hablaba con la firme convicción de que allí dan más ayudas, hay más estabilidad y muchos más recursos que aquí en España, y así de esta forma se lo explicaba a la cajera.


Sin más remedio me he acordado de un primo, que se marchó el pasado sábado a Alemania, dejando a su esposa e hijos en Motril. Sus padres también se fueron en su día, dejando a su hermano mayor con los abuelos, quienes a su vez tuvieron también que emigrar años atrás. De hecho, mi tía me contaba hace tan sólo unos días, lo mal que lo pasó cuando tuvo que dejar a su hijo en España. Cinco años tuvieron que pasar para que mis tíos pudieran finalmente regresar a nuestro país. "Se repite la historia", me decía. "Ahora es mi hijo quien se va", decía resignada (las madres viven de una forma muy especial este tipo de cosas). Parece que se ha convertido, por desgracia, en tradición familiar.


Mis amigos Alex y Marina llevan en Hamburgo cuatro meses. Son el ejemplo de tantos jóvenes que también han tenido que hacer las maletas y marcharse a probar suerte, porque aquí en España se ven atados de pies y manos para encontrar una oportunidad laboral. Otro amigo, Fran, está en Basilea (Suiza), sin fecha de vuelta por ahora. Su novia espera impaciente para marcharse con él en cuanto sea posible. Ha comenzado el aprendizaje del alemán por su cuenta. Otro ejemplo de que el amor mueve montañas.

El idioma no parece una barrera. De hecho son muchos los que ya han cambiado el Inglés por el Alemán como idioma extranjero por preferencia, solo hay que echar un vistazo, por ejemplo, a las matriculaciones en la Escuela de Idiomas. Los que estáis leyendo esto, seguramente también conoceréis a alguien que se encuentra en esta misma situación. A todos ellos, mucha suerte¡¡ Quizá nos encontremos en Alemania. Quién sabe.