jueves, 14 de enero de 2016

Mi coronel

El coronel Brandon es quizá demasiado mayor para Marianne, quizá poco atractivo o atrevido, demasiado serio. Ella, aunque agradecida por las atenciones recibidas directamente del gran corazón del coronel, queda perdidamente enamorada del apuesto Willoughby. A la joven Dashwood le pueden las emociones y es capaz de tentar a la muerte por perseguir al que cree el amor de su vida. Es una de las maravillosas historias que encierra Sentido y Sensibilidad, la primera novela publicada de Jane Austen. Hoy la he recordado al conocer la noticia del fallecimiento de Alan Rickman, para mí el siempre enigmático y leal Christopher Brandon. 

Por aquel 1995, año del estreno en los cines de Sentido y Sensibilidad del director Ang Lee,  Kate Winslet, Enma Thomson (quien ganó un Óscar por el guion adaptado), Hugh Grant y Alan Rickman comenzaban a brillar y lanzar grandes carreras cinematográficas. Curiosamente todos son británicos, curiosamente cuatro de mis actores fetiche. Años más tarde los tres últimos coincidirían en otra película que me encanta, Love Actually, aunque son muchas más las ocasiones en que Thomson y Rickman han coincidido en la gran pantalla. Y cuanto más investigo sobre estas películas, más me gustan. Y cuanto más pienso en los personajes de Rickman más nostalgia tengo hacia las historias en las que se vio inmerso.

Rickman siempre será también el eterno enemigo de otro de mis favoritos (aunque estadounidense), Kevin Costner, en la versión que ambos protagonizaron en 1991 Robin Hood: Príncipe de los ladrones. Para mí, la mejor versión que existe sobre este clásico.



Creo que gran parte de la admiración que me merece Alan Rickman viene de la mano de grandes películas que me han marcado especialmente. Puede que deba dar las gracias a los guionistas que dieron vida a los diálogos y a la trama que tuvo que estudiarse, o tal vez a los directores de casting o productores que decidieron que fuera él y no otro el que encarnara a esos personajes con perfiles tan dispares. Como siempre, todo es un compendio de circunstancias y oportunidades que provocan las coincidencias perfectas. Casualidad o destino, Rickman forma parte de muchas películas que guardo en mi estantería entre la colección de mis favoritas. Mi homenaje será, sin querer, mi debilidad hacia las historias que me contaba con esa mirada inclasificable y excepcional. Unas veces enamorada, otras muchas maquiavélica e impenetrable. 

Y esta tarde al saber que se había marchado me vino a la mente esta imagen de Sentido y Sensibilidad. El momento en que Brandon se enamora de la espontánea y apasionada Marianne. 



Hay algo en la música y en los paisajes de esas películas, como Orgullo y Prejuicio y Sentido y Sensibilidad, que siempre me ha cautivado. Ese gusto y aprecio por las conversaciones, la lectura o el bordado, las historias emocionales de los personajes, los contrastes de clases y formas de vida, la lucha entre el deber y el querer y el inconformismo de la protagonista que busca romper con lo establecido por la sociedad del siglo XIX entorno al matrimonio. El alma humana analizada en profundidad a través de historias de caballeros y de paseos a pie por extensos prados mientras se dibujan las diversas maneras de afrontar los sentimientos entre familias, el amor y la amistad. 

Y me despido con Sentido y Sensibilidad y con parte del poema de Edmund Spenser llamado The Faerie Queene  (La Reina de las Hadas) que Christopher Brandon lee en voz alta para Marianne hacia el final de la película.


...
Ni la tierra decrece o pierde nada
pues todo aquello que de algun lugar cae
con la marea hasta otro lugar nada
pues no hay cosa perdida 
que no se pueda hallar si es buscada
...


Hasta pronto Alan.