miércoles, 21 de enero de 2015

Bendita voluntad que endulza la vida


Los pequeños placeres de la vida. Leer una preciosa historia, mientras por la ventana cae la tarde, se va oscureciendo el  paisaje y lentamente acude la certeza de que la noche se acerca. Hay días en que no sé si quiero escribir o leer, porque las ganas de hacer las dos cosas y escoger entre una y otra son tan fuertes, que me puedo pasar un rato decidiendo y, aun así, nunca lo tengo claro del todo. 

Ojalá todas las decisiones fueran tan dulces y hermosas. Me decanto por coger el libro para saciar el impulso de tener un rato tranquilo de manta y lectura, y también la libreta de siempre, por si necesitara anotar algo o por si cambiara de idea.

Tener todas las tardes libres de la semana sólo me pasa una semana al mes debido a los turnos en el trabajo, así que más las disfruto (porque vienen en frasco pequeño). Y, así, hoy he empezado un libro que me regaló mi hermana María en Navidad, se llama Ese instante de felicidad, del italiano Federico Moccia. Hay cosas que tienes claras desde el primer momento, y ese título y la contraportada me enamoraron.


Al autor ya lo conocía así que sabía que me iba a gustar la temática romántica de sus obras, capaces de arrastrar, hasta al más escéptico en el amor, a colocar su candado en el puente de su ciudad como símbolo de cariño hacia otra persona. Lo que hace increíble a algo es que sea capaz de hacernos cambiar de idea.

Me siento afortunada por tener algo de tiempo para seguir mis impulsos, no siempre puede ser así. En cierto modo, ese hecho hace más divertida a la vida. Anoche, durante una ducha de agua ardiendo, se me ocurrían millones de razones por las que no quería terminarla, pensando en el frío que me daría al salir de ella. Piensas "un ratito más, uno más", como cuando suena el despertador temprano. Al final, pones de tu parte y te levantas, pero debes hacer, igual que para otras muchas cosas al cabo del día, un esfuerzo titánico. 

Pero hay que pensar que la voluntad no son más que decisiones que endulzan la rutina. Ella mueve nuestros hilos, dirige y encauza las ganas dispersas, endulza el final del camino escarpado y ordena el sentido de todo lo que hacemos. Es esa energía invisible que algunas veces no se proyecta del todo porque se niega a completarse. Es el reto que cada día adelanta la vida, es el auge de los objetivos envueltos en cristal que fácilmente se rompen, es el surco en la piel que se rellena de esperanza y es la batería que hace funcionar todas las cosas. 

La voluntad es aquello que se esconde tras las decisiones, los intentos y los deseos. Un sueño nunca se hará realidad sin ella, igual que ella nunca podrá ir sola a ninguna parte sin que tú no le dictes un destino. Deja volar a tu voluntad, como lo haces con la imaginación. Deja a tu espalda una primavera que espera con ansia un nuevo sol.