domingo, 25 de febrero de 2018

Del Embalse de Aguascebas hacia la cascada de Chorro Gil. Aventura por Cazorla



Ver el agua caer, valiente y confiada hacia lo desconocido, me resulta emocionante. Y me dejo llevar, como la espuma y la corriente. Una y otra vez. Y por esa fascinación no lo pensé dos veces, cuando el dueño de la casa rural que alquilamos en nuestra última escapada al Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas nos sugirió dos opciones de senderos cercanos para la mañana siguiente. En cuanto oí cascada de Chorro Gil sabía que quería ir a verla. 

Parecía la forma perfecta para comenzar a recargar nuestra batería interior, como os conté en la entrada anterior del blog que podéis leer aquí.

Por la mañana pusimos rumbo a aquel destino. Iríamos andando desde la casa, situada en la localidad de Fresnedilla, un entorno con mucho encanto que nos ofreció la tranquilidad que veníamos buscando.
Disfrutar del Arroyo de las Aguacebas de la Fuente del Tajo, de los caballos y las vacas que íbamos encontrando en este paraje cercano a las casas de la Fresnedilla fue otra de las oportunidades que nos brindó esta escapada.
 

Y dejando atrás este entorno, pusimos rumbo a la cascada. Una hora y media en total (unos diez kilómetros) entre la ida y la vuelta a la casa rural. Una ruta que iniciamos desde el Embalse de Aguascebas.

Fue un sendero que nos dejó sensaciones que solo la naturaleza es capaz de regalar. Éstas son imágenes de la cascada que vimos y su entorno.






Si os gusta el plan de casa rural y parajes naturales, sin duda el Parque Natural de la Sierra de Cazorla es espectacular. Os dejo información aquí sobre la ruta que hicimos por los parajes de la Cañada del Avellano.





Y es que, dentro de este parque natural hay en total ocho caídas de agua (algunas no siempre se pueden ver a causa de la sequía, todo depende de las lluvias). En este artículo están recogidas todas las que podemos visitar en este paraíso natural.

Cuando miras el agua caer allá arriba dejas inevitablemente mil promesas prendidas en la espuma. Yo, al menos, siempre siento el impulso de pedir un deseo. Un deseo que se queda para siempre a merced de lo que quieran hacer con él aquellos árboles. 

Todos tenemos nuestros secretos, nuestros pequeños rituales en situaciones especiales como éstas. Y, aunque tengamos esos momentos de soledad con alguna cascada durante el sendero siempre nos rodeamos de grandes compañeros de viaje.

Y quizá volvamos algún día a recuperar todas aquellas experiencias. Aún nos queda mucha agua por ver. Mucha fauna y flora por descubrir.