domingo, 5 de febrero de 2017

Diario de una novia



Cómo os explico que quería salir por la puerta sin importarme que la calle estuviera llena de gente desconocida. Ante la mirada de cuantas me acompañaban a las puertas del probador, con los alfileres de los arreglos y con el velo flotando en el aire mientras corriera por aquellas calles del centro de Málaga. 

Cada novia tiene sus momentos. Esos que solo ella entiende. Nunca podría ser capaz de encontrarle sentido a lo que siente, sueña o planea. Su cabeza es un continuo viaje de paradas en las que va recogiendo lo que quiere para su gran día. Y los que tiene a su alrededor deben armarse de paciencia ante cuantas locuras se le ocurren, cambios de humor aparezcan o detalles se le olvide recordar.

Y llamadme loca por creer que es una señal de que la fecha se acerca si aparece un diente de león en la puerta de casa. Era uno de febrero, justo quedaban dos meses (ahora algo menos) y lo recogí mientras mi sonrisa empezaba a saludar a quienes aguardan dentro en casa. Porque es la flor que protagoniza nuestra invitación de boda, esa que desde pequeña acerco a mis labios para hacer volar sus semillas (vilanos) mientras pido un deseo. Una vez oí que si los vilanos se marchaban lejos y volaban alto el deseo se cumpliría. Así que no lo dudé y me quité el anillo de pedida para inmortalizar el instante estrella de ese miércoles que de repente había dejado de ser un día cualquiera.  





Ya todos me recuerdan lo poquito que queda, aunque esos comentarios apenas me ponen nerviosa. Me agito quizá en los momentos de soledad antes de dormir, sola en mi almohada imaginándome como será esa tarde en la que pueda unir en un salón a la gente que más quiero. 
No se puede explicar lo que se siente cuando alguien te dice que no va a faltar a tu gran día. Te mira con la máxima seguridad que podrían expresar unos ojos confidentes y tú te quedas callada pensando en lo afortunada que eres de que esa persona vaya a dedicar un día de su vida al día más feliz de la tuya.

Cuando organizas tu boda nada es casualidad. Todo lo que la envuelve respira la personalidad de los novios. Los que me conocen saben que no faltará algo morado, algún verso o frase significativa, un libro donde nos escriban unas palabras y que posiblemente alguno de los despistes que me caracterizan hará su aparición el día anterior para hacer cumplir eso de “quien se quiere casar deprisa ha de andar”. Pero al final siempre queda lo importante, la idea más sencilla de entender. Que haya amor en el ambiente. De toda clase.



En una de esas noches de pequeños desvelos me quedé hasta tarde escuchando bandas sonoras y recopilando música que me ha gustado desde siempre. Aunque luego no conseguía quedarme dormida y al día siguiente noté el cansancio, la verdad es que disfruté mucho rescatando preciosas melodías que me traían tantos recuerdos. Y, cuando ya decidí irme a la cama, acabé buscando leyendas sobre el diente de león en busca de inspiración. Son esas pequeñas locuras. Como guardar invitaciones de boda, minutas y demás detalles. O tal vez solo lo haga yo ;)




No soy de esas novias que llevan planificando su día toda su vida pero sí de las que siempre ha disfrutado yendo a las bodas de familiares y amigos. Para mí nunca era compromiso, iba porque quería ser parte de ese día y porque me encantan las bodas.


No llego al extremo de Jane Nichols (Katherine Heigl) en la película Veintisiete vestidos, aunque si me apuras la verdad es que creo que tengo más de veintisiete alfileres (yo soy más de repetir vestido). 
Por cierto, como ya sabéis si habéis leído alguno de mis anteriores entradas, soy bastante aficionada a las películas románticas. Ya que he mencionado esta película, en la que James Marsden aspira a convertirse en un periodista serio (y quién por cierto nos regaló un perfecto secundario en El Diario de Noa), este guapo actor estadounidense nos vuelve a enamorar más que nunca en otra película que no podéis dejar ver porque es preciosa y tierna, además de muy romántica.

¿Véis como una cosa me recuerda a otra y a otra...? así son los preparativos y así todo se vuelve mágico. 
Aquí os dejo por el momento. Gracias a todos los que estan haciendo que cada día tenga algo especial que llevarme a dormir.

Feliz domingo. Feliz semana. 


"He tenido sueños y he tenido pesadillas. Superé mis pesadillas gracias a mis sueños"
 Jonas Salk