viernes, 15 de noviembre de 2019

Necesidad vital: la importancia de suspirar


Soy puro nido de suspiros. 

Tengo la costumbre de suspirar por muchas cosas, es una necesidad vital. Cuando me bloqueo, si estoy preocupada o nerviosa, cuando deseo que un mal pensamiento se marche. Sin embargo, no puedo evitar amar a mis suspiros porque ellos invocan a los instantes felices. El suspiro esquiva la tristeza, es la deliciosa liberación de los miedos. Suspirar me salva la vida y me la recuerda. 



No podría vivir sin suspirar, por todo y por nada. Soy la suma del aire que suelto y el que se queda dentro para después poder volar. El acto es algo tan natural en mí como mis manías y rarezas, como mis defectos y virtudes. El suspiro me hace única en el mar de dudas, es también un viaje, como la música, como el aire golpeando tu rostro. Es sano y necesario. 




Qué importante ese segundo liberador de relajar los hombros con la lengua dormida. Me quedo seca, inerte, vacía. En paz. El suspiro es ese cerrar los ojos dentro del avión cuando pasa la turbulencia, mirar abajo después de subir una montaña, pensar en lo perdido o recuperado y sentir que creces al mismo tiempo. Él es reflexionar sobre lo que está por venir. Ese aire que viaja hacia fuera es pura satisfacción.


El suspiro es un beso a ti mismo. 



Los suspiros te entienden porque antes te han buscado. Son vitales, antes y después. De una entrevista de trabajo, de hablar en público o contar algo que te guardabas, de cortar con algo/alguien que te amarga o de recibir un regalo, de sentarte en la camilla del dentista o de lograr terminar este texto. De hacer algo que no debías o de arrepentirte. 

Vivir es sentir que te falta el aire o que te sobra. Y a veces ambos sentimientos llegan a la vez y no vemos la suerte que hemos tenido de experimentarlos, hasta que suspiramos. 



A veces si suspiro alguien me pregunta qué me pasa. El suspiro es la señal de alerta, la mayoría de las veces están mal vistos. Ellos luchan contra las apariencias y los prejuicios, pero en realidad derriban muros que parecían insalvables. Los suspiros son, en realidad, héroes. Siempre merecen la pena. 

Suspiro porque no sé liberarme de otra manera y siempre me susurra que todo saldrá bien. El aire que sueltas siempre te dice que ya ha llegado la hora, de lo que sea

  

¡Los suspiros son aire y van al aire!

¡Las lágrimas son agua y van al mar!

Dime, mujer, cuando el amor se olvida

¿sabes tú adónde va?

                                      G.A. Bécquer


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