viernes, 5 de septiembre de 2014

Suiza Vs Barcelona



La Ley de la vida va exigiendo sus condiciones. Se va nutriendo de la experiencia y de los años transcurridos, y va mandando señales poco a poco cuando se acercan los grandes momentos en los que hay que tomar decisiones. La Ley de la vida va dejando oportunidades sobre la mesa, al igual que los camareros dejan comida en un buffet libre para que escojas qué quieres comer. Las decisiones son eso, platos que pruebas por si te gustan, opciones que eliges para ver si hay suerte y caminos que tomas para continuar la vida en aquel lugar donde están tus sueños y esperanzas.

Cuando estás en el instituto, aún no tienes ni idea de qué es todo eso de las responsabilidades y las grandes decisiones de tu vida. Estás en la época en que, estúpidamente, empiezas a querer hacerte mayor rápido y a soñar en tu futuro, en qué quieres trabajar, qué quieres estudiar. Y llegan las pequeñas decisiones ante pequeños “desafíos”.

Como dice Pastora, en esa canción que me encanta, yo soy una chica del montón y no me gusta llamar la atención. En el instituto nunca fui popular ni quise serlo, más bien lo contrario. Sufrí bromas de compañeros, no me atreví ni a hacer novillos y no era demasiado sociable. Eso nunca me importó ni me afectó en absoluto, salvo en determinados momentos que pasan y ya no tienen mayor importancia.
 
En aquel año que nos “obligaron” a matricularnos en el instituto para terminar la ESO, se puede decir que tuve un “flechazo” de amistad. Y es que, aun no sé por qué, pero siempre quise tenerla como amiga. Se llamaba Mari Carmen, luego descubrí que le gustaba que la llamaran Mari (ella siempre lo escribía con “y”) y ni siquiera estábamos en el mismo grupo de amigas. Siempre se ha dicho que a los amigos los escoges tú, no sabía hasta qué punto podría ser cierta esa afirmación.



La chica “del montón” acabó llevándose del instituto grandes amigos, de esos que se cuentan con los dedos de una mano. Después de tantos años de amistad, han estado junto a mí en el camino hacia esas pequeñas decisiones que escriben los pasajes de cada Ley de la vida particular y que se van haciendo cada vez más importantes. Son personas que han compartido conmigo fracasos y superaciones, y las que aún siguen apoyándome en mis nuevos sueños. 

Mary y yo llevamos media vida compartiendo muchas cosas. Sé que le echaré mucho de menos ahora que se va tan lejos, pero también sé que los reencuentros serán especiales y que será como si no hubiera pasado el tiempo. Cuando tienes la suerte de seguir teniendo a esa persona tan especial y dándote los consejos que las buenas amigas se lanzan para combatir la Ley de la vida, sólo puedes decirle hasta pronto y dejar que se vaya cuando ya la vida nos lleve por sendas diferentes. Tuve la suerte también de que Mary, por aquellos años empezara a compartir conmigo una gran historia de amor que da un gran paso dentro de muy poquitos días. Como el buen árbol que se aferra a la tierra, las raíces de la amistad se prolongan cuantos kilómetros sean necesarios.

Está claro que ignorar la Ley de la vida es tan imposible como querer que el mar no acabe borrando lo que dejas escrito sobre la arena…




Hace algo más de un año que mi amigo Pedro se marchó a Perú en busca de trabajo. Este mes se va mi amiga Mary a Suiza y en tan solo unos días Noelia se va a Barcelona, otra gran amiga a quien este año, como cada 20 de mayo, le mandé un mensaje para felicitarle por su cumpleaños. Se unía por fin al grupo de las “niñas treintañeras”.

Cogí el móvil para escribirle algo bonito. La inspiración siempre te coge por sorpresa. Llega sin más y debes ser rápido para que no se te escapen esas preciosas palabras que surgen de repente sin atender a razones. A mi amiga le gustó tanto, que le dije que se las escribiría en una tarjeta de felicitación para que las tuviera siempre de recuerdo y no se perdieran en nuestra conversación de Whats App (las nuevas tecnologías son instantáneas, pero el papel hace que las palabras puedan ser eternas). Al final nunca se las escribí (aún está pendiente) mientras se las dejo localizadas por aquí…



Siempre he creído que debemos perseguir nuestras ilusiones para que todo cobre sentido en nuestra vida. Noe también ha decidido perseguir las suyas, y Mary y Pedro. Mis grandes amigos están poniendo tierra de por medio, pero estoy segura que serán muy felices y que les irá genial allá donde emprendan nuevos sueños.

OS quiero