lunes, 6 de abril de 2015

Abril guarda la magia de todo el calendario



Lunes, de casa vacía y huecos irremplazables que volverán pronto a llenarse de sentido, hoy te disfrazas de domingo como última exhalación de semana santa. Y vuelve todo a empezar y, sin embargo, lo más correcto sería decir que continúa, aunque no me lo parezca. Nunca sé qué depara cada "hola" y cada "adiós", es la ventaja de irse haciendo viejo (como canta Fito), y seguir emocionándose ante la cercanía de nadar con las olas, tengas 7, 24 o 31 años.


Así es Abril. Es el sol jugando con la lluvia mientras juntos hacen nacer el pétalo de una amapola. 



Abril es la puerta que da al jardín. Es exponer toda la grandeza de la primavera con delirios de terreza y comencar a saborear un refresco con hielo. Abril significa escuchar los últimos clamores de la devoción más intensa, es sentir escalofrío una noche al raso o es la piel que se tambalea acordándose del verano. Es creer por error que no necesitas chaqueta al salir de casa y encontrarte la calle mojada o pedir un helado con una rebeca sobre los hombros.

Abril es reencontrarte con tu prima de siete años, verla más alta, y preguntarle
-¿Te sigue estando bien la sudadera que te regalé (cinco meses atrás)?
Y que te responda con una sonrisa que podría evitar guerras
- Me la pongo mucho, no me la quiero quitar. De hecho, es mi favorita y me trae buena suerte

Abril es ver a tus sobrinos quedarse boquiabiertos viendo el mar a lo lejos, mientras los sujetas bien de la cintura asomados a la barandilla de la terraza de casa y que te miren cargados de felicidad. 

Es el mes capaz de colarse por todas las ranuras del calendario hasta hacerte dudar de si lo quieres o lo amas. Porque no es lo mismo querer que algo pase, que amar que algo ocurra. Es el caos del tiempo en todas sus facetas. Es la contradicción de la propia vida condensada en 30 días.


Abril es la tristeza de una pérdida y la alegría que guarda aniversarios. Tiene el poder de conseguir con su voz despertar todo lo que estaba dormido.


Abril es agridulce y por eso es especial. Época de cambios, memorias y halos de luz que sólo se aprecian con el corazón alterado y la vista en el cielo. Este mes tiene encanto persiguiendo casualidades.


Y, así, una a una os voy enseñando algunas de las fotos que hice este pasado fin de semana. Ahí os dejo lo más curioso y bello que descansa bajo la sombra de los limoneros y chirimoyos, aquellos que pueblan esos marjales que tanta historia guardan sobre mi familia. Y, sobre todo, de todo el amor que mi padre le pone a cada centímetro de su pequeño paraíso. Abril, qué bonito nombre tienes.