miércoles, 31 de octubre de 2018

Lo que hace que no tire el móvil por la ventana


En una conversación común, el teléfono móvil probablemente sería uno de los primeros objetos de la lista si nos desafiaran a enumerar las cosas que llevamos en el bolso. “Desafío” porque, al contarlas, corremos el riesgo de dejar al descubierto nuestra verdad. Los “amuletos” para nuestro día a día de supervivencia.


Si os pidieran esa misma lista en una clase de escritura creativa, como pequeño ejercicio de creación literaria, ésta podría comenzar, tal vez, así: 


Las llaves que siempre quieren volver a casa
Esa barra de labios que tatúa sonrisas
Una cartera que guarda más fotos que dinero

Hacer versos con cosas tan cotidianas nos descubre el significado y valor que tienen para nosotros.  Una de mis compañeras del taller de escritura creativa dijo que llevaba en el bolso “migas de pan”. Otra, “una pluma que me regaló mi hijo”. Otro, “tres bolígrafos, solo pinta uno”. ¿Cómo creéis que los alumnos describimos el móvil en aquella clase? Nadie lo hizo. Fue algo que sorprendió a nuestra profe aquel día, la escritora Carmen Camacho. 


Eso le dio una pista para el siguiente ejercicio al que nos invitó: “¿Qué nombre le pondríais al móvil? Pensadlo y mañana me traéis la respuesta”. No tuvieron mucho éxito. Hasta que todo dio un giro inesperado y una compañera dijo “el móvil es un espejo”. Ahí teníamos el símil. 



Las instrucciones de un robot de cocina, un letrero colgado en una estación de tren o una lista de la compra. Mirar con el ojo del bárbaro, decía Unamuno. Como bárbaros, sin condicionamientos culturales, sin prejuicios, sin preconceptos. Y lo oímos decir mucho en aquella aula: “El mundo es una plantación de versos”.




El seguro combinado del hogar


[…]Hay daños que no cubre el seguro

combinado del hogar, lo sé.

Las llamadas perdidas, por ejemplo,

las cartas rotas, la soga de seda,

la noche que hay detrás de los espejos,

esta plaga de cristales en el pecho.

La ablación de mi sed. […]





Al decir que el móvil es un espejo, me inmiscuí en la parte más íntima de mi relación con él. Recordé la funda que me había comprado recientemente, que simulaba una losa de mármol. A veces el móvil se convierte en una carga pesada. Otras, simplemente, es una liberación al perder la cobertura, como ya os conté en el post El viaje querecarga tu batería interior


Cuántas veces al día sonreímos o lloramos frente a nuestro móvil. Qué diría el teléfono si hablara. Si, cual Maléfica, le hiciéramos preguntas y pudiera contarnos qué hemos sentido al ver algo o a alguien. Las cámaras frontal y trasera convertidas en testigos de nuestras vidas. Y la batería que dure, por favor. O si no, no pasa nada, pregunto al camarero del bar (deseando que no sea como el de la peli de Alex de la Iglesia) si puede enchufarlo un ratito. 



El otro día se me ocurrió una gran idea para un viaje. Y, cogí el teléfono para espiar aerolíneas, fechas…  Di con una página que te diseña un paquete completo, un pack con hotel más vuelos. Apareció una ruedecita cargando mientras abajo se podía leer: Creando tu viaje. Los ojos se me salían de las órbitas. Pensé, madre mía, el móvil está creando un viaje para mí. ¡¿Cuándo me voy?! Vaya subidón me dio la frasecita. 


Una aplicación que utilizo mucho es Google Maps. Lo más poético son esos corazones, “favoritos”. Deseos en forma de destinos. Últimamente me he aficionado a guardarlos a través de Instagram. A veces, a un par de clicks, viajo a esos lugares como si me convirtiera en Alicia y pudiera traspasar el espejo. Y voy moviendo la flecha. A veces floto en océanos con viajeros desconocidos.



“Concentrada con el móvil, me preocupa lo que dependo de un cacharro que antes solo se usaba para llamar. Ahora es lo último para lo que lo utilizo”, escribe la presentadora Tania Llasera en Instagram. Cuánta razón. Y, porque me pasa lo mismo, solo hay pequeñas razones que me impiden tirarlo por la ventana.


Y es que, al consultar la predicción del tiempo, de pronto, llueve en la pantalla. Y en ese momento alguien me llama y dejo sonar algo más la melodía. Me gusta esa canción y, lo que es mejor, te has acordado de mí. Descuelgo, es una voz familiar en la distancia. Quizá vayas en el metro y se entrecorte, pero juego a descubrir qué me quieres decir. 

Al colgar, busco la portada de un libro y capturo la pantalla. Me la guardo en el bolsillo, por si se escapa. 

Me encanta que la galería de fotos de mi móvil se llame carrete, porque cuando era pequeña tenía una cámara con una ruleta que tenía que mover para hacer una nueva foto. Confieso que abro la galería solo por el puro placer de sentirme acompañada. Y se me antoja que estoy en un museo, de mi propia vida. Y reconozco sentimientos que se estamparon en el cristal, jugándose la vida.


Lo que me impide que tire el móvil por la ventana, a la desesperada, es ese ojo bárbaro que quiero entrenar. No se puede evitar que el espejo nos manipule. Sólo sé que cuando caen gotitas dentro de la pantalla, que cuando descuelgo y bajo de las ramas, siempre hay más poesía que tecnología.

lunes, 22 de octubre de 2018

Las frases que nos esperan en los libros


Suena en mi habitación la canción Shallow en las voces de Lady Gaga y Bradley Cooper. Dejo que enamorarme de esta melodía sea el paso previo a ver la película a la que sirve de Banda Sonora, Ha nacido una estrella. Tener tiempo para leer, ir al cine, escuchar música, es esa oportunidad de llenar vacíos, de cumplir con las listas de "pendientes", de deshacer nudos.  

Pensar en ver esta película me hace feliz gracias a dos antecedentes. Uno es la película El lado bueno de las cosas, donde Cooper es protagonista, otro, el documental Five Foot Two sobre Gaga. En este último la artista decide romper con su imagen "disfrazada", se calza un sombrero rosa que le queda espectacular y muestra al público el lado doloroso de su vida. Verlos trabajar juntos en la gran pantalla simplemente tiene que ser mágico, ¿No?.


Anoche, era momento de cenar y tuve que cerrar el libro que estaba acabando. Sentí dejar a mis personajes en aquella coyuntura final, donde la trama está a punto de resolverse tras cientos de páginas. Con el escenario de su historia en mi imaginación, la tensión se cernió en mi rostro mientras con las yemas de mis dedos la contraportada quedó visible en la mesilla junto al sofá, y lo escuchaba llamarme mientras daba cuenta de la ensalada que habíamos preparado.

Llevaba muchos meses leyendo aquel libro, La reina descalza, de Ildefonso Falcones. Lo iba dejando y cogiendo a ratos, entre medias me leí otros libros. Me ha costado leerlo, a veces te pasa y no es porque el libro no te guste, simplemente el cuerpo te pide otras cosas mientras tanto. Otras historias. Pero al final ha merecido la espera, os lo recomiendo, no deja de ser un Best Seller. Me lo compré por el buen sabor que me dejó La Catedral del mar. Y no hay duda de que este autor es un fuera de serie.


“Mamá, deja las lágrimas para cuando diga <Sí, quiero>”, Megan Maxwell


“Recomendación absoluta, me ha llegado al alma”, me dijo una amiga al enviarme por Whats App la portada de El día que el cielo se caiga, de Megan Maxwell. Me lo descargué en la Kindle y en cuatro días me lo había bebido. Una lectura ligera y preciosa, cargada de canciones (desde “Celebration” de Kool and The Gang hasta Déjame, de Los Secretos), momentos dulces y una amistad capaz de vencer a la muerte.

“A partir de ahora, supongo que cada funeral al que asista será el tuyo”, Milena Busquets


Supe de la existencia de También esto pasará, de Milena Busquets gracias a Máxim Huerta. Aún no me había leído la que es una de sus grandes obras La parte escondida del icerberg, cuando acudí a una charla del escritor para hablar de este libro donde intenta despojarse del recuerdo de su gran amor mientras relata su dura infancia. “Éste soy yo”, nos decía. Fue en ese encuentro con lectores donde nombró este libro y muchos suspiros se adueñaron de la sala de la biblioteca donde nos encontrábamos. Su rostro me lo dijo todo y me compré el libro de Busquets sin pensarlo. Como dice Javier Cercas, También esto pasará es una novela que “suena a verdad”. Es un paseo por la vida y la muerte donde ella se abre en canal. Maravilloso sin más. 

Al salir de aquella charla, Ricardo me regaló La parte escondida del icerberg. Es realmente inspirador para cualquiera que sueñe con ser escritor. Si es tu caso, ya estás tardando en leerlo.



Y pasaste por mi lado,


Y nos miramos, pero distinto


Y nos dijimos un “hola”


Que quería decir cualquier cosa menos eso.


Y me faltaron pulmones


Patricia Benito


Primero de poeta, de Patricia Benito es un regalo. Tanto lo es, que la dedicatoria del libro es: Para ti, que piensas cambiar el mundo. Si has sentido lo que dice este poema de arriba y te han faltado pulmones alguna vez o muchas, si vives el amor con las manos abiertas, si te han herido pero has seguido creyendo en los príncipes azules, sumérgete en estos versos porque están escritos para ti.


“En el juego de poder no hay inocentes”, Julia Navarro


Estoy en el ecuador de Historia de un canalla, de Julia Navarro. Quizá por no haberlo terminado no debería estar en esta lista, pero me gusta esta autora gracias al hechizo de Dime quién soy. Y ésta es una muy buena ocasión para volver a disfrutarla, sobre todo por su valentía al cambiar de registro. Esta obra te hará reflexionar sobre la realidad y lo real. Como decían los grandes filósofos (lo que nos recuerdan en esa gran serie, Merlí) debes aprender a cuestionártelo todo. La codicia, el egoísmo, la ética periodística, la moral, la desinformación. Todo en manos de un canalla.


  “Pese al descubrimiento del radio y la radioactividad, la sociedad francesa se había portado de una manera muy rácana con Pierre y Madam Curie”, Rosa Montero


Este libro también lo descubrí gracias a ese encuentro entre lectores con M. Huerta. La ridícula idea de no volver a verte es la reflexión de Rosa Montero sobre la vida de Madam Curie y su familia. Extractos del diario de la científica polaca, el tardío reconocimiento a todo su trabajo a pesar de haber fallecido precisamente por sus investigaciones sobre el radio, las dificultades que encontró por ser mujer o incluso el dolor por la muerte de su marido hecho poesía. Montero nos descubre aquí a otras mujeres claves que murieron sin ser reconocidas mientras que nos tienta a reflexionar sobre la vida y sus hermosas coincidencias.


“Te quiero aún porque no puedo quererte todavía”,  Mónica Carrillo


Ella consigue escribir novelas en una sola frase. Olvidé decirte quiero es un bombón. Un pequeño libro con el que derretirse y continuar saboreándolo en nuestro corazón por mucho tiempo.

"Llenemos Facebook de portadas de libros que nos gustan". Hace unos días comencé este precioso reto, siete días y siete portadas de libros que me han gustado (Los Pilares de la Tierra, de Ken Follet, El Alquimista, de Paulo Coelho, la trilogía Memorias de Idhun, de Laura Gallego). No sólo he disfrutado compartiendo títulos y autores, sino también comprobando el éxito de la propuesta. 

Acabo de llegar de la biblioteca. He sacado un libro que ha tenido mucho éxito y que tenía muchas ganas de empezar: El día que se perdió la cordura, de Javier Castillo. Ya os contaré.

Lee y déjate vivir