domingo, 20 de enero de 2013

Fin de la semana

Después de 9 horas diarias de aguantar lo imaginable, dentro de un almacén repleto de mujeres que ya han ido y vuelto cuando yo estoy apenas de camino y que, sobre todo al principio, miraban mal o ni me respondían al darles los buenos días, de personas a las que sólo me une una bata azul marino y un gorro blanco, el cual, a pesar de todos mis esfuerzos no logro mantener en su sitio y siempre me deja el pelo extrañamente aplastado, termina una semana agotadora.

He estado exprimiendo los ratos libres, aprovechando los minutos justo antes de la entrada y posteriores a la salida del trabajo e intentando no dar cuenta de todo lo que me pierdo, una especie de preocupación sin sentido que me acecha por la noche en forma de sueños absurdos que luego me dejan ojeras y bolsas ante el espejo. Los primeros días eran peores...tenían relación con cajas de aguacates. Mi madre me pilló una vez, en mitad de la noche, hablando casi sonámbula, gritando que si está caja por aquí o por allá. 

Con el día a día, con el esfuerzo y trabajo, parece que ya mis compañeras no se fijan tanto en las que somos novatas, porque estamos demostrando que allí todas arrimamos el hombro por igual, que, nos guste o no, no deja de ser trabajo y que no estamos allí dentro para pasearnos, sino para hacerlo lo mejor posible. Pero en ocasiones no pueden evitar dejar aflorar sus chillidos, regañarnos cuando hacemos algo mal (por inexperiencia, porque allí nadie apenas te explica nada) y de espetar quejas. Yo me quedo con lo mejor, que son los momentos de risas con las que si te muestran compañerismo, y con las que da gusto comerse el bocadillo en el descanso de la faena.

El sábado nos dieron una alegría, no teníamos que echar las tan odiosas 9 horas y pudimos salir a las 8. Regresé entonces al cortijo, donde había dejado horas atrás a toda la familia, a punto de dar cuenta de una buena comilona que, había visto ir haciéndose poco a poco en el fuego de la chimenea mientras me preparaba para irme al trabajo.

Y la semana termina con unas cervecitas entre amigos, con muchos proyectos que comentamos y que, esperemos, podamos realizar a partir de ahora, a pesar de los tiempos de crisis. Mañana ya será hora de volver a la rutina con el dulce sabor a chimenea, tras dos días de buenos ratos entre familia y amigos. Esta noche toca descansar para reponer fuerzas y también espero sustituir los absurdos sueños por otros más placenteros que me muestren esperanzas e ilusiones. Porque siempre hay que intentar mejorar aquellos aspectos de nuestra vida que nos impiden ver el lado positivo de las cosas, hagamos que el lunes nos arranque una sonrisa.

!!!!!!FELIZ SEMANA A TOD@S¡¡¡¡¡¡