jueves, 1 de febrero de 2018

Las palabras que descansan entre tus manos




Hace poco os hablaba de los libros que había leído en 2017 y ya toca volver a escoger alguna nueva historia. Esta pasada Navidad me auto regalé libros. Un par de nuevas historias que me apetecía conocer. Ya me he leído el primero de ellos. Es de un autor al que cogí bastante cariño por regalar a sus lectores sus historias humanas repletas de frases, pasajes y tiernos personajes. Unas historias salpicadas de verdad, al verse en ellas la propia experiencia del autor, que ha pasado por grandes problemas de salud. Él es Albert Espinosa y el último libro que he leído de él ha sido Lo que te diré cuando te vuelva a ver, su quinta novela, donde rescata a los niños olvidados. 
Es una sencilla historia que te enseña a creer en las personas por encima de sus problemas. A dejar a un lado los prejuicios, los hechos demostrados, y basarse en la confianza del sentimiento que te ata a esa persona, a pesar de saber que tiene fantasmas que intenta superar. Es la verdad de que existe cierta conexión que no sabes explicar, con el interior de tus amigos, de tu familia, o de incluso personas desconocidas, que puede ser tan fuerte como para romper barreras y dejarte llevar por lo que te provocan. Es una historia sobre creer y tener fe en lo que somos y en los nuestros.

No os voy a engañar, las otras novelas de Espinosa me gustaron más (eso pensé al llegar al ecuador del libro) pero dejé que la magia de la sencillez de su mensaje volviera a enamorarme. Tuve fe en este libro para continuarlo a pesar de que, al llegar a la mitad de la historia, sentía que me había decepcionado un poco. Tuve fe y no me equivoqué. Esto me hizo mucho pensar. Pensar en las veces que abandonamos algo por aburrimiento y no le damos la oportunidad de brillar. Y la última frase es la prueba: “buscaría menos y me dejaría encontrar más”. Debemos dejarnos encontrar. Debemos tener fe en las cosas y en las personas. Por eso creo que somos seres impacientes y a veces solo tenemos que seguir. Seguir adelante. 


Existe algo mágico en leer. Las palabras que han brotado en la imaginación de alguien están entre tus manos, han llegado a ti de alguna forma. Auténticos desconocidos, entrando en la mente de otros desconocidos, contando cosas que han estado encerradas dentro de sí mismos y regalando alto tan íntimo de él o ella, del autor de la historia.
Alguien, el escritor, que ha dedicado muchos días en desvelarnos una parte de su fuero interno. Horas de inspiración al alcance de tus manos. El lector que se atreve con un libro es un privilegiado, un valiente, fantaseando con cada renglón, saboreando algo único. Qué hay de cierto en lo que leemos, qué encierran las historias. Siempre hay algo, algún miedo, algún sentimiento o emoción, alguna realidad con la que sentirnos identificados. Alguien ha escrito sobre ti también en un libro. Y la casualidad te ha hecho leerlo. Creo que no existe razón mejor para leer. Para escribir.

Ahora estoy con un libro de Máxim Huerta que se llama No me dejes. Ahora, pues, estoy en París, en la floristería del señor Dominique. Os iré contando.



Tenemos la habilidad de poder coger los objetos y hacer con ellos lo que queramos. Somos libres para hacerlo en el momento que nos plazca. Pero existe una gran diferencia entre coger algo y tener algo entre las manos. Las palabras te tocan. Puedes sentirlas, hacerlas tuyas. Es el regalo más generoso que puede darte una persona. Sus palabras. Por eso debemos tener un alto respeto por los libros, por las historias que encierra. Por aquellos que nos cuentan algo suyo y nos confían parte de sus vidas.

Nunca olvidaré el día que mi padre me propuso que escribiera sus memorias. Todos tenemos alguna ilusión en el aire. Somos almas repletas de deseos. A veces nos despertamos y acostamos pensando en ellas. Fieles compañeras. Se sentó un día a mi lado y desmontó los episodios de su infancia, su adolescencia, cómo comenzó a creer en sus proyectos, en sus ilusiones. Nunca olvidaré aquel día. No volverá y me siento agradecida por aquel momento nuestro gracias al tiempo que nos dedicamos. A solas con mi padre. Sus palabras. Hay conversaciones íntimas en los libros, pero también en nuestro día a día. Necesitamos ser escuchados. Yo me transporté a sus paisajes, a sus sentimientos. Dejé volar mi imaginación con sus palabras. Me metió de lleno sus historias.

Qué poder tenían aquellas charlas de Steve Jobs frente a cientos de personas. O las experiencias TED. Una sola persona en el escenario, con las palabras como única herramienta. Tengo en la memoria una sobre Víctor Küppers sobre la actitud. La reflexión sobre las actitudes en el cambio personal. “Siempre podremos elegir nuestra actitud. Esa es la última libertad que tenemos los seres humanos. En cada instante estamos eligiendo nuestra actitud. Por eso cada instante nos acerca más a la grandeza o a la mediocridad”.



Küppers asegura que hay que reivindicar la pausa, porque nos pasamos la vida corriendo. Nos gustan estos vídeos, que nos cuenten la verdad a la cara, que nos abran los ojos, que nos hagan sentirnos parte de las historias. Muchas veces he oído, escuchado, leído que “todos tenemos una historia que merece ser contada”. Me lo dijeron los profesores en clase de televisión cuando aprendíamos a hacer entrevistas de perfil humano, y me vuelvo a topar con la misma frase en el libro de Huerta que tengo entre manos. Una clave que nos daban era dejar que el entrevistado hablara, que se rompiera, tocar la tecla que lo desborda todo. Las conferencias TED, las historias de los libros… En todo monólogo, entrada de blog, libros, recogemos nuestras propias experiencias para hablar de algún tema, para enriquecer las historias. Los escritores hacen magia con los testimonios. Las palabras, bien elegidas, nos transportan y nos hacen sentir cosas.

Está en tu mano cambiar la historia, la tuya. Y es tan necesario parar un segundo. Leer un ratito. Escuchar a los demás. Ayudar a hacer más bonito el presente. Las palabras no corren, se detienen en una escena de nuestras vidas. La imaginaria o la real. Y podemos imaginar un mundo mejor a través de un libro. Es indiferente la temática, siempre habrá algún perfil, algún personaje, alguna trama en la que evadirse, perderse, disfrutar, emocionarse. Qué prisa hay en la vida que pueda impedirte saborear un instante. Ese instante de felicidad tocando la tapa del libro que vas a comenzar a leer. Con qué te sorprenderá esta vez esta nueva historia?. Escuchar a alguien debería ser igual. ¿Qué parte de él mismo me mostrará a través de sus palabras?. Construímos o destruimos. Tenemos la posibilidad de elegir con qué palabras queremos cambiar la vida, el curso de la historia.