lunes, 4 de diciembre de 2017

Y llegamos a la montaña prometida

Vuelve la promesa. Esa es su razón de ser. Volver a ser ella en las manos de quien la espera cada año. De quien la cumple como si la vida le esperara en la misma cima. 

Nuestro padre tenía esa promesa con la montaña y subimos andando por primera vez con él. Fue una experiencia única, inolvidable. Echábamos de menos el frío que se siente en el Conjuro, en la base militar del Eva 9 de Gualchos Castell de  Ferro. 

Muchos participantes sorprendieron en la XVIII Edición de la Subida al Conjuro de Motril. Algunos llegaron en marcha, entre ellos una mujer que había participado en olimpiadas, un atleta con un carro de bebé o un miembro del C. A. Pazito a Pazito, Javi, que abrazó a mi padre en la última curva cuando ya se avistaba la meta. Nos emocionó a todos.


Gracias a mi padre, y a su trabajo durante tantos años para hacer la prueba de atletismo ´Subida al Conjuro´ una realidad aprendí que el trabajo y el amor son una mezcla grandiosa y perfecta para crear grandes proyectos. Perseguir tanto una afición que acabas convirtiéndola en algo por lo que tanta gente te siga y lo disfrute contigo.

Mi hermana, Juanfry, Ricardo y yo lo acompañamos ayer a su cita anual con su "montaña prometida" y fue muy divertido. No paraba de mencionarnos, como hace siempre, refranes, chistes... pero sobre todo nos comentaba y explicaba lo que se veía en cada paisaje. 


Como anécdota, y como ya os había contado, la primera vez que mi padre subió escondía botellines de agua por el camino. Y justo pasando por un tramo nos avisaba: "en este arbusto escondía una".

 Carchuna

Ver el mar, las poblaciones de la costa granadina desde tanta altura (en lo alto había casi 800 metros de altitud), apreciar su fusión con el mar y el cielo azul (el día estaba despejado y perfecto para ello) fue espectacular. 

También divisamos el pico del Águila, en Calahonda

Apreciar cada tonalidad verde de los árboles, encontrarnos una torre vigía, una antigua rueda de la fábrica de azúcar del Pilar, maravillarnos más tarde con la vista de la Sierra de Lújar y el pueblo y, por supuesto, sentir que tanto frío importaba menos cuando mirábamos al horizonte.









La primera vez que le pregunté a mi padre cuando surgió la promesa, sus ojos se perdieron intentando recordar las fechas. Rememora primero aquellas cosas "pendientes" o aquel dolor que marcó alguna que otra edición de la prueba. 



Así, me hizo referencia al hecho de que no pudieran traer a Marta Domínguez por una lesión y sobre el “misterio” de que no encuentre una foto suya con Abel Antón. (Yo la he buscado para publicarla pero, sin éxito). Y, como no, la ciática que lo apartó aquel año de su querida montaña. 


Luego, mientras ha ido leyendo todo lo publicado, se ha ido animando a contar más cosas y ha sido una satisfacción oírle decir que le ha encantado el blog. 

Para mí no puede haber mejor recompensa.


Y sí, nos divertimos muchísimo en la subida.
Y para la vuelta, buscamos juntos otro camino cuando mi hermano llegó a meta. 




En medio del bosque, por unos "algo" peligrosos cortafuegos que resultaron estar en mal estado (mis zapatillas resbalaban y me caí varias veces) pero, al fin y al cabo, felices por pasar una gran mañana familiar, aunque no estuviésemos al completo.




 
Mi mente viaja en el tiempo...
Estás ahí arriba solo, hace más de treinta años,
aquel primer año de promesa
Contemplando la costa tropical a tus pies, 
la sierra de Lújar está aún verde al completo
...
Sueñas algo grande
...
Contagias a todos de deporte
...
Y subimos contigo
...
Eres nuestra leyenda

No hay comentarios:

Publicar un comentario