domingo, 5 de junio de 2016

Mono de galleta



Ayer fui a tomar café. Me dieron una galletita de esas que van envueltas, solas y desamparadas. Solas porque son muy independientes y es solo un detalle del establecimiento aunque tú ya tengas hambre de merienda y no te valga para cubrir el agujero de la muela. Y desamparada porque miles de veces se queda encima de la mesa sin que nadie le haga el menor caso. Es muy dura la vida de esas galletitas, dependen de tu estado de ánimo e incluso de tu bajo nivel de azúcar en sangre. La prueba es que yo soy de las desamparadas y ayer la devoré con la risa tatuada en la cara. Me gusta cuando comemos sonriendo, eso seguro que pasará a ser una feliz digestión. 



Lo verdaderamente especial es que no era una galleta cualquiera. La breve historia de esa galleta (creo que me deberé arrepentir de ese breve) que amenizó mi tarde junto al mar, es que abrí el envoltorio al revés, o del revés (por eso de hacer un guiño a esa maravillosa peli de Pixar). Los personajes ayer estuvieron de fiesta en mi imaginación. Vale, ya os cuento. El caso es que vi el dibujo de la galleta al contrario y vi claramente la cara de un mono. Pero no un primate cualquiera. Enhorabuena a Paul Frank que ha conseguido publicidad en mi blog al que siguen decenas de suscriptores. Qué facilona soy para hacer publi gratis. Necesito un favor de vuestra parte, decidme si estoy loca o realmente hay un mono en la imagen de la izquierda. Ya sé que hago trampa colocándoos el logo de Frank al otro lado, pero así es la vida. Vale, tapad ésta última con la mano y sed sinceros (y de paso me dejáis un comentario en el blog aunque tengáis que hacer cola). 





Mentiría si dijera que mi mundo se vino abajo cuando me dijeron que en el dibujo lo que salía en realidad era una taza. Acabáis de mirar la foto al revés para ver la taza ¿eh?. Y si no lo habéis hecho esta pregunta queda absurda en el post. El caso es que compartí mi (cuanto menos) divertido hallazgo con Pedro y Ricardo que me acompañaban y sentí un atisbo de desilusión cuando no pusieron cara de estar en mi misma onda, aunque me sentí más acompañada en mi locura cuando Ricardo me dijo que él veía la cabeza de Papá Noel. ¿Habéis vuelto a mirar la foto?. Creo que no entendieron nada y en mi fiesta de imaginación uno de los muñequitos de Pixar estaba apartado en un rincón bebiendo tequila para olvidar. Fuera de eso, yo estaba en mi nube haciendo el pavo (por qué no admitirlo), y disfrutaba de la confusión porque me había regalado un momentazo de Paqui producciones. No es que haya acabado montando una empresa, es que tenía que bautizar de alguna forma esas cosas que me pasan porque sigo sin encontrarle sentido. Simplemente hacen que no necesite echarle azúcar al café. Será el café, será el mar, será ese momento de ciencia ficción, (sí le he plagiado un poco la canción a Amaral) pero en ese instante moría por bailar y hacer el ganso. 


Todo tiene una razón, y es que durante el café sonó una canción que hizo que atrapara el momento en la cápsula del tiempo. Y no sucedió como cuando intentas pillar una mosca entre tus manos (para los que lo hagan), sino cuando una araña pasa las horas en su tela sin ser consciente del peligro de que puedan verla. Estaba a gusto, plena y regocijándome en mi felicidad íntima que solo yo entendía. Hay cosas que te atrapan como un imán. Definitivamente el título de la canción ya está en mi check list. Creo que tiene un punto dance. Yo no entiendo mucho de estilos musicales así que si digo puntito lo mismo es un estadio de fútbol. Eso me pasó con la galletita y con la canción. Ahora entiendo a mi amigo Pedro cuando me dice que tiene mucho mundo interior. Será que tengo un universo dentro porque cada cosa que me pasa se me antoja como una estrella que sigue brillando aunque el mundo no la vea. 


Esta mañana haciéndome el café he puesto en marcha el Spotify para volverla a oír. La canción inevitable bailarla, pero no de cualquier forma. A mi me produce ganas de hacer el robot. Entendedme. No de esos, estilo muevo las manos a cámara lenta en broma (algunos lo tiene como deporte en la discoteca), me refiero a aquellos modernos que hacen los mismos pasos pero con movimientos rápidos elegantemente. Por concluir, como se baila el dance estilo campo de fútbol. Asi que ahí estaba yo esta mañana calentando la leche para el café mientras hacia el robot estilo moderno. Básicamente dejando que el ritmo de la música guiara mis pasos. No había nadie en la habitación y me sentí poderosa ante ese momento. ¿Cuántas veces se puede decir que estas sola con tu pavo, libre para imaginarte monos donde no los hay?. Lo bueno es que aunque dijera lo del mono en voz alta mis acompañantes en el café no me tomaron por loca, es una suerte toparte en la vida con amigos con los que puedes pensar en alto y no salgan corriendo despavoridos. 


Agradezco que spotify pare las canciones de forma gradual y sobre todo que Shazam logre coger la canción de la que me he enamorado desde un altavoz en la playa en un día de oleaje. Tanto como para hacer aún más idílico el estar al lado de una escuela de surf. Y de nuevo otro pequeño chispazo cuando ví la portada de la canción al sentir que yo bien podría imitar a la chica en ese mismo instante. Sola con las olas, con mi canción ¿dance? Comiéndome mi galletita de mono.Y, sí, con el tutú también.


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