jueves, 6 de diciembre de 2018

No calculemos nada, quedamos y ya veremos


El anuncio de Ruavieja, nos ha dejado secuelas. Eso de calcular el tiempo que nos queda por pasar junto a nuestros seres queridos no me apetece mucho. Creo que saber nuestro futuro juntos tan anticipadamente le quita magia a la vida. Le di tantas vueltas a lo que decía el psicólogo que, analizando la frase: “Estamos programados para evitar pensar en el tiempo que nos queda por vivir”. Acabé en esta conclusión: Menos mal que lo estamos. 

Once millones de visitas en YouTube. Once millones de almas en vilo, sintiéndose culpables, y con una visión del tiempo patas arriba. En vísperas de Navidad. 

Qué suerte que los mejores planes sean esos que no planeas. 



Por supuesto que “evitamos pensar en el tiempo que nos queda”, queremos vivir el que tenemos. 

“La gente afirma que sus seres queridos son lo más importante pero la distribución de su tiempo no lo demuestra así”, dice en otro momento del anuncio. Me niego a creer que pasar tanto tiempo trabajando, con nuestros hijos o con nosotros mismos esté dilapidando otras relaciones. Que no haya forma de salvarnos del tiempo "perdido".



Quiero salir a pasear sin destino. Encontrarme contigo por casualidad y tomarnos un café no programado. “Echar la última” y que se convierta en la penúltima. Que me lleves a esa sidrería que tanto te gusta para tomar un aperitivo antes de almorzar y acabemos cenando en la otra punta de la ciudad. 

Quiero quedar contigo cualquier día a cualquier hora sin haberlo planeado, o sí. Quiero que se nos haga de noche en una conversación. Que si solo puedo verte en Navidad, no haya un anuncio que me recuerde el dolor de nuestros encuentros escasos. Que para eso me quedo mejor con el del turrón El Almendro.

Quiero creer que si no te puedo ver tan a menudo es porque cuando por fin te vea nuestro encuentro será legendario. Que el instante de verte siga siendo excepcional. Importante. Que la calidad venza a la cantidad.  

Que lo que hemos vivido en la distancia y separados servirá para hacer nuestras conversaciones más ricas y sabias.


Que no quiero calcular nada que tenga que ver con nosotros. Y menos las horas que nos quedan por pasar juntos. Que huyo de todos los relojes cuando regresas, porque el tiempo parece paralizarse desde el instante que tu avión aterriza. 

Cuánto dura un beso. Cuánto te echaré de menos. Cuántas veces te diré “te quiero” sin abrir la boca. Cuantas bodas celebraría contigo. Qué viajes nos quedan por hacer. Cuántas partidas de cartas habrá sobre la mesa. Cuántos gritos de alegría oiré de ti cuando te llame y te cuente una gran noticia. 

Lo siento, no permito cálculos si se trata de ti. 


La vida no solo es tiempo y justo me doy cuenta mientras te espero. Porque cuando estoy en ello, miro más veces la puerta por donde vas a entrar que el reloj de mi muñeca

Cuántas sonrisas diferentes veré de ti desde que cruzas la puerta hasta que te sientes conmigo. Lo que te diré. Lo que me dirás. 


Lo fácil que sería reconocerte tantas veces entre una multitud, aunque llevara un año sin verte. Que eres mi casualidad, mi oportunidad de poner el contador a cero

Porque si alguien cuenta en tu vida, no lo hace en minutos. Ni en segundos. Lo hace, sin más tiempo que perder.





No hay comentarios:

Publicar un comentario