martes, 28 de octubre de 2014

Sin darme cuenta




Sin darme cuenta, este espacio en el que escribo ha cumplido dos años. Con Una ofrenda de alimentos inicié el 5 de octubre de 2012 este pequeño rincón virtual que tanto habla sobre mí y mi manera de ver mi mundo particular. Deseo de todo corazón haber formado parte del vuestro, aunque solo haya sido por unos segundos, lo que dura un instante. 




Y de instantes, de momentos, de ráfagas de esperanza, de sentimientos volátiles, efímeros pero intensos y capaces de dejarnos cicatrices, de recuerdos colgados en el corazón, o de experiencias que me marcan de una manera especial, seguiré hablando para que, si os apetece, sigáis dejándome la energía que necesito para la siguiente hoja en blanco. 

Si os habéis reconocido en algún pasaje de estas publicaciones, o si habéis disfrutado simplemente leyéndolas, gracias por hacer que todo lo que escribo tenga sentido, a pesar de ser meros pensamientos de esta soñadora que, muchas veces anda por las nubes de su imaginación y más despistada de lo que quisiera. Las palabras no calan si nadie repara en que están ahí, así que gracias también por hacer que las mías no sean invisibles.

Pues ya se marcha este mes de aniversario de PALOMA. Ya huele a castañas asadas típicas en mi casa en la celebración del Día de todos los Santos.



Y, aunque nadie lo diría por las camisetas cortas que aún lucimos por la calle a pesar de ser otoño, la Navidad está cada vez más cerca. Prueba de ello es que ya sabemos que los guapos David Bisbal y María Valverde protagonizarán el anuncio de Freixenet, que en los supermercados ya se dejan ver las típicas cajas de bombones que se esconden tras ventanitas que, cerradas, muestran dibujos navideños, por no hablar de los mantecados que comienzan a vender los chavales para poder irse de viaje de fin de curso. 

Con forme va pasando el tiempo, va cambiando el significado de la Navidad. Cuando era pequeña ansiaba el día de Reyes. Mi hermano Enrique nos despertaba a todos para bajar las escaleras y mirar debajo del árbol y dentro de los calcetines que colgábamos en el borde de la chimenea. Ahora es él quien tiene a sus pequeños en casa para vivir estas fiestas de otra manera diferente. Ahora es él quien prepara el árbol para emocionarse tan sólo con la cara que pondrán sus pequeños al ver qué le han traído sus majestades de Oriente. Pero sea como fuere, sé que el niño que vive dentro de él siempre estará alerta, siempre será el primero de la casa en despertar cada 6 de enero para contagiar a los demás de esa magia.

En lo que a mí respecta, últimamente, cuando pienso en que ya mismo está aquí la Navidad, se me aparece en la mente la imagen de tres aviones que llegarán a Motril de tres destinos completamente distintos. Y es que cuando te haces un poco más mayor, tus amigos y tú, sin más remedio os separáis, y es en esas fechas cuando podéis volver a encontraros y charlar como si no hubiera pasado el tiempo.

Y con estos pequeños pensamientos me marcho a dormir. 

GRACIAS POR DOS AÑOS DE INSTANTES IMPORTANTES

viernes, 24 de octubre de 2014

En mi corazón te espero



Verte. Hablarnos por primera vez. Pensar en ti. Querer verte. Estar contigo. Conocerte. Quererte. Enamorarme. Echarte de menos. Amarte.





El camino hacia la certeza de haber encontrado al amor de tu vida es uno de los más importantes, emocionantes, hermosos y fascinantes de toda nuestra existencia. Es vivir constantemente envuelta en una magia única, como la que transmite el horizonte anaranjado de un atardecer, sabiendo que el sol que se oculta volverá al día siguiente a llenar tus días de luz. Es esperar un beso. Es sentir cada abrazo como si fuera el primero. Es agarrarse de la mano y que se pare el tiempo. Es no saber si tienes los pies en la tierra, o si levitas en el espacio. Es el mar en cualquier época del año. Es tu canción favorita en un concierto. Es esa frase que lees en un libro. Es un piano en tu banda sonora preferida. El amor, simplemente no se puede explicar.



Eres la persona que inspira muchos sentimientos de los que motivan lo que escribo. Me faltabas tú. Y tú me llevaste al ser que soy ahora, el que anhela siempre tu presencia, aun sintiéndote cerca en todo lo que hago. El amor es la amistad en llamas, dicen. Y, ¿Qué es si no la pasión de un amor verdadero?. ¿Qué es? si no es fuego esto que siento. Tú, mi compañero. Gracias por todos los instantes, por los que nos quedan, por el universo que hemos formado entorno a nosotros. Tú. Yo. La vida. Nuestra vida.



Quien sino hace que vea con otros ojos a los gatos negros, quien me tranquiliza cuando las cosas se desencajan por el camino, quien ordena los pasos, quien guía el cielo de mis aspiraciones, la sed de convertirme en alguien mejor, de merecernos mutuamente simplemente siendo como somos. Los días de viento se marchan en cuanto me miras y tu mirada es el único destino que quiero contemplar durante el resto de mis días. 




La montaña rusa de la vida, los momentos difíciles, la angustia, preocupación… sólo tú disipas las dudas. Amigo, no sé dónde estabas antes de estos tres años, solo sé que andábamos buscándonos y que nos encontramos en el mejor momento para vivir nuestra historia. Para empezar a escribirla sin que nos tiemble el pulso, sólo con el miedo inevitable que despiertan las emociones que nunca terminas de creer que son ciertas, de tan maravillosas.



No esperaré ni un segundo,
un te quiero nunca debería hacerse esperar.
Y yo te quiero con toda el alma.
Y queriéndote, te espero donde todo empezó,
te espero aquí, en mi corazón.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Herencias incalculables


Seguro que habéis oído alguna vez que cuando alguien te regala parte de su tiempo, te está obsequiando con algo que jamás volverá a recuperar. Las dos caras de la moneda de un gesto generoso y humano que sale de nosotros, sin más, casi a diario. Y es que, en ese momento de conversación, ambas personas sienten cosas muy diferentes. 

Muchas veces, en la mayoría de los casos, el que ofrece ese tiempo no le da la mayor importancia, ni tan siquiera recae en ello. La que lo recibe, agradece ese tesoro, el que en ese momento estés junto a él o ella. Cada uno decide donde emplear su tiempo, una elección que reside en la naturaleza de las personas. Heredar el tiempo de  otra persona te hace sentirte mejor, compartir cosas con ella, es un placer recíproco que nos hace ser más felices.


Sólo quería explicaros qué son para mí las herencias incalculables. Esas cosas materiales, pero sobre todo inmateriales, como el tiempo, que cada día podemos sentir como nuestras, al mismo tiempo que sabemos, sin necesidad de que nadie nos explique por qué, que no nos pertenecen, que deben seguir su curso. Son objetos, aprendizajes, experiencias, recuerdos o momentos que llegaron, por diferentes circunstancias o sin motivo concreto, a nuestro mundo particular. Cada uno tiene las suyas, y cada uno las vivimos de una manera distinta.

En cuestión de objetos, sabemos que éstos tienen un gran valor familiar o personal por razones, que no siempre se pueden explicar, ni tampoco predecir el efecto que tendrán en nuestro crecimiento como personas. Puede que estén en nuestra habitación, en la repisa de la estantería del salón o guardadas con recelo en un cajón, pero no las sentimos como de nuestra propiedad, quizá por el valor que tienen, tal vez por un respeto intrínseco a su anterior dueño, aunque ya se hubiera desprendido de ese objeto en el pasado. Es difícil de explicar, simplemente están en ese mundo paralelo por el que en ocasiones damos una vuelta para volver a respirar la esencia de esas cosas tan especiales.

En el colegio, cuando empezó a gustarme la poesía gracias a un profesor que, como ya os conté en un post anterior, nos mandó para casa escribir nuestros propios poemas, había dos autores, cuyos versos magnéticos y esclarecedores me robaron más de una noche de lectura. Y los descubrí gracias a dos libros que mis hermanos conservaban en casa y que, aún ocupan su sitio en nuestra pequeña biblioteca. Ellos los dejaron aquí cuando se fueron de casa y los demás seguimos disfrutando de líneas como éstas de Bécquer y Neruda que aprovecho para compartir con vosotros:


 




Rimas y Poemas de Gustavo Adolfo Bécquer y Antología poética, de Pablo Neruda, dos obras maestras de la poesía que seguro conoceréis. Y estos son los libros de mis hermanos que conservamos con cariño, siendo conscientes de que es una herencia que irá pasando de generación en generación. Me gustaría pensar, por ejemplo, que si tengo hijos, puedan apreciarlos y gustarles tanto como me gustan a mí.






Quizá creeréis que es una tontería, pero creo que cada uno de nosotros estamos hechos de pequeñas herencias. Nuestros gestos, nuestra forma de ser, lo que nos gusta hacer, alguna parte de nuestro cuerpo... Cabe la posibilidad de que estemos hechos de muchas cosas de nuestros antepasados, que hayamos nacido con algo de ellos, y que vayamos creciendo, disfrutando también de los objetos que nos dejaron. Creo que a lo largo de nuestra vida, por el camino, vamos también heredando cosas, que hablan de nosotros, que nos definen.







Por otro lado, creo que si alguien te quiso mucho en vida, cuando se va, te deja de alguna manera  ese amor en tu interior. Si no, no sabría explicar cómo se puede querer a un familiar al que apenas conociste o cómo puedes sentir tan cerca a alguien que ya no está. Me encanta que mi madre me hable de mi abuela María. Yo tenía dos años cuando, en un mes de agosto, se puso malita y en pocos días se marchó. 

Una noche soñé con ella, o creo que era ella. Aparecía resplandeciente sobre un fondo blanco. Me llamaba por mi nombre y decía que tenía una cosa importante que decirme. En ese momento me desperté y, por más que lo intenté, no pude retomar aquel sueño por donde se había quedado, ni volver a encontrar la imagen de esa mujer. 

Hace 28 años de aquel caluroso agosto, pero mi hermano mayor pudo recuperar hace tiempo el vídeo VHS de su comunión, celebrada aquel mismo verano antes de que ella se fuera, y pasarlo a un CD, y así, puedo verla en mi ordenador siempre que quiera. 

Yo correteo por un pasillo. Ella va a buscarme y aparece, guapísima. Lleva un vestido muy alegre, blanco, con un estampado de varios colores. Es muy alta y hermosa. Se la ve fuerte, llena de energía. Ella ha salido del salón donde se celebra el convite, me está buscando porque no paro de un lado para otro. Me encuentra y me dice:
-Ven Paqui, ven, ven, me lo repite varias veces. Y yo salgo corriendo a sus brazos. Ella me coge y me llena de besos mientras, creo oír –Ay ¡mi cielo¡

Aunque yo era demasiado pequeña como para recordar esos dos años de mi vida que compartí con ella, sí que siento que está conmigo en muchos momentos y de muchas formas que no podría explicar. No encuentro explicación a cómo puedo querer tanto a alguien que apenas conocí, pero tampoco necesito saber el por qué. Tengo la certeza de que viven en mí muchas cosas de ella. De su carácter o de su forma de ver la vida. Y si se trata de soñar despierta, soñaré que todo esto es cierto y que ella me cuida desde allá arriba. Que sus nietos y sus hijos heredamos todo el amor que nos tenía.

Lo que heredas de los demás, ese tiempo, esos recuerdos y objetos, son tesoros que hablan de ti. Sobreviven en tu piel, en tu memoria y en tu corazón, y por eso tienen un valor incalculable