Ayer fui a tomar café. Me dieron
una galletita de esas que van envueltas, solas y desamparadas. Solas porque son
muy independientes y es solo un detalle del establecimiento aunque tú ya tengas
hambre de merienda y no te valga para cubrir el agujero de la muela. Y desamparada
porque miles de veces se queda encima de la mesa sin que nadie le haga el menor
caso. Es muy dura la vida de esas galletitas, dependen de tu estado de ánimo e
incluso de tu bajo nivel de azúcar en sangre. La prueba es que yo soy de las desamparadas y ayer la devoré con la
risa tatuada en la cara. Me gusta cuando comemos sonriendo, eso seguro que
pasará a ser una feliz digestión.
Lo verdaderamente especial es que
no era una galleta cualquiera. La breve historia de esa galleta (creo que me
deberé arrepentir de ese breve) que
amenizó mi tarde junto al mar, es que abrí el envoltorio al revés, o del revés
(por eso de hacer un guiño a esa maravillosa peli de Pixar). Los personajes ayer
estuvieron de fiesta en mi imaginación. Vale, ya os cuento. El caso es que vi
el dibujo de la galleta al contrario y vi claramente la cara de un mono. Pero no
un primate cualquiera. Enhorabuena a Paul Frank que ha conseguido publicidad en
mi blog al que siguen decenas de suscriptores. Qué facilona soy para hacer
publi gratis. Necesito un favor de vuestra parte, decidme si estoy loca o
realmente hay un mono en la imagen de la izquierda. Ya sé que hago trampa
colocándoos el logo de Frank al otro lado, pero así es la vida. Vale, tapad
ésta última con la mano y sed sinceros (y de paso me dejáis un comentario en el
blog aunque tengáis que hacer cola).
Mentiría si dijera que mi mundo
se vino abajo cuando me dijeron que en el dibujo lo que salía en realidad era una taza. Acabáis de mirar la
foto al revés para ver la taza ¿eh?. Y si no lo habéis hecho esta pregunta
queda absurda en el post. El caso es que compartí mi (cuanto menos) divertido
hallazgo con Pedro y Ricardo que me acompañaban y sentí un atisbo de desilusión
cuando no pusieron cara de estar en mi misma onda, aunque me sentí más acompañada en mi locura cuando Ricardo me dijo que él veía la cabeza de Papá Noel. ¿Habéis vuelto a mirar la foto?. Creo que no entendieron nada
y en mi fiesta de imaginación uno de los muñequitos de Pixar estaba apartado en
un rincón bebiendo tequila para olvidar. Fuera de eso, yo estaba en mi nube haciendo
el pavo (por qué no admitirlo), y disfrutaba de la confusión porque me había
regalado un momentazo de Paqui
producciones. No es que haya acabado montando una empresa, es que tenía que
bautizar de alguna forma esas cosas que me pasan porque sigo sin encontrarle
sentido. Simplemente hacen que no necesite echarle azúcar al café. Será el
café, será el mar, será ese momento de ciencia ficción, (sí le he plagiado un
poco la canción a Amaral) pero en ese instante moría por bailar y hacer el
ganso.
Todo tiene una razón, y es que
durante el café sonó una canción que hizo que atrapara el momento en la cápsula
del tiempo. Y no sucedió como cuando intentas pillar una mosca entre tus manos
(para los que lo hagan), sino cuando una araña pasa las horas en su tela sin
ser consciente del peligro de que puedan verla. Estaba a gusto, plena y
regocijándome en mi felicidad íntima que solo yo entendía. Hay cosas que te atrapan
como un imán. Definitivamente el título de la canción ya está en mi check list. Creo que tiene un punto dance. Yo no entiendo mucho de
estilos musicales así que si digo puntito lo mismo es un estadio de fútbol. Eso me pasó con la galletita y
con la canción. Ahora entiendo a mi amigo Pedro cuando me dice que tiene mucho
mundo interior. Será que tengo un universo dentro porque cada cosa que me pasa
se me antoja como una estrella que sigue brillando aunque el mundo no la vea.
Esta mañana haciéndome el café he
puesto en marcha el Spotify para volverla a oír. La canción inevitable bailarla,
pero no de cualquier forma. A mi me produce ganas de hacer el robot.
Entendedme. No de esos, estilo muevo las manos a cámara lenta en broma (algunos
lo tiene como deporte en la discoteca), me refiero a aquellos modernos que hacen
los mismos pasos pero con movimientos rápidos elegantemente. Por concluir, como
se baila el dance estilo campo de fútbol. Asi que ahí estaba yo esta mañana
calentando la leche para el café mientras hacia el robot estilo moderno.
Básicamente dejando que el ritmo de la música guiara mis pasos. No había nadie
en la habitación y me sentí poderosa ante ese momento. ¿Cuántas veces se puede
decir que estas sola con tu pavo, libre para imaginarte monos donde no los
hay?. Lo bueno es que aunque dijera lo del mono en voz alta mis acompañantes en
el café no me tomaron por loca, es una suerte toparte en la vida con amigos con
los que puedes pensar en alto y no salgan corriendo despavoridos.
Agradezco que spotify pare las
canciones de forma gradual y sobre todo que Shazam
logre coger la canción de la que me
he enamorado desde un altavoz en la playa en un día de oleaje. Tanto como para
hacer aún más idílico el estar al lado de una escuela de surf. Y de nuevo otro
pequeño chispazo cuando ví la portada de la canción al sentir que yo bien podría
imitar a la chica en ese mismo instante. Sola con las olas, con mi canción
¿dance? Comiéndome mi galletita de mono.Y, sí, con el tutú también.