domingo, 4 de abril de 2021

Renovarse y vivir

Hay un rincón de casa al que le hemos dado otro aire bien distinto. y me hacen muy feliz las sensaciones que me provoca. Se trata de la terraza, donde antes había unos sillones estropeados y que hemos aprovechado hasta que ya no podíamos sentarnos en ellos. Mientras el camión del punto limpio se los llevaba pensé en los buenos momentos sentados en ellos, pero sobre todo sentí alivio. Renovar implica una renuncia que da paso a algo nuevo, los recuerdos son insustituibles.

Os escribo desde aquí, en la mesa nueva, sentada en una silla provisional. Este silencio, la brisa que acude de cuando en cuando, y este asomarse a la vida sin salir de casa renueva las energías. Mi amor por las terrazas viene de muy atrás. Desde pequeña me ha encantado salir al patio o subir a la azotea a jugar y disfrutar de una terraza donde compartir comidas familiares.

Todos los pisos compartidos en mi época de estudiante han tenido balcón. Siempre había algún bar enfrente, lleno hasta los topes, de jueves a domingo. Las tardes sin clases y de buen tiempo transcurrían sentadas en cojines en el suelo mientras el resto del mundo ajeno a nosotras continuaba el ritmo de su vida debajo nuestra. Cuántos secretos se habrán quedado flotando en el aire, entre aquellas barandillas.

El decorado estrella de este pequeño rincón es el césped. Desde que lo colocamos se ha convertido en un objeto fetiche, casi de culto. Nos obsesiona que le pueda caer una miga de pan cuando comemos fuera y miro con recelo al tractor que pasa por aquí cerca a menudo, levantando polvo, porque lo puede poner perdido. Ahora que es domingo la multitud congregada en el merendero de enfrente ha puesto la música alta pero sé que mañana lunes volverá la calma a este escritorio improvisado.

Camino por este verdor descalza, estar sentada sobre él me ayuda a escribir, cualquier decoración queda bien a su lado y me encanta su color y brillo. Pronto desplegaremos sobre él la toalla o la hamaca y tomaremos el sol. Imagino en unos meses a mi hijo gateando por aquí. Es lógico entonces pensar en cuidar este espacio para éstos y otros momentos.

 

Cuando decidimos cambiar algo en nuestras vidas depositamos en las nuevas ideas mucho (o todo) de lo que somos. Llevaba tanto sin atreverme a sentarme delante de un ordenador a escribir que día tras día la decisión postergada se iba haciendo más y más cuesta arriba debido al miedo. No sabía qué tema abordar y, con esa excusa, continuaba en el tipo de zona de confort que un día se vuelve incómoda por razones que has provocado tú. Sencillamente debía sentarme y ver qué pasaba, dar el paso de probar. No iba a ser tan fácil como ir a elegir un tipo de césped y colocarlo sobre el suelo, pero al decidir intentarlo me sentí mucho mejor. Dar el paso y renovarte, poco a poco, para vivir la vida que te gusta y te sienta bien. 


Qué necesario es buscar ese lugar que te hace sentir viva, ese que mereces. Donde el sol te acaricie la piel, te llene de vitamina D y te ayude a conectar con aquello que te hacía sentir bien. 

Renovarse y vivir.