En medio de esta pandemia, cada
uno de nosotros va buscando día a día ese pequeño paraíso donde respirar a salvo.
Dícese la terraza de casa, el bar de toda la vida o nuestra playa favorita. Las
escapadas a otros lugares que nos llenen de energía positiva se cuelan
necesariamente en nuestra agenda, donde le hemos guardado un hueco privilegiado
lleno de significados. Viajemos o no, el más importante paraíso que debemos cuidar es el que se encuentra dentro de nosotros mismos.
Buscamos constantemente el respiro
necesario y cualquier lugar distinto, cualquier momento diferente a la rutina o
ese rato que dedicamos a lo que siempre nos ha gustado hacer, nos devuelve tranquilidad
a nuestra alma, pócima suprema que nos resucita por
dentro.
En este verano atípico nos
negamos a dejar encerrado el entusiasmo, porque somos personas de mimos y
necesitamos socializar para reafirmar que no todo ha cambiado. Amamos la
naturaleza, los bellos paisajes, necesitamos de vez en cuando disfrutar de ese
café bañado por una buena conversación, y seguimos haciendo nuestra vida, ahora
con más cuidado, salpicándola de esos instantes que nos devuelven a tierra
firme. Nuestro paraíso particular es también esa actividad en la que
recrearnos, algo que nos encante y nos motive.
Después de pasar unos días fuera
de casa he llegado a la conclusión de que somos capaces de cuidarnos y dejarnos
cuidar. Tenemos en nuestro poder la oportunidad de comernos el mundo en
pequeños bocados, nunca nos abandonó ni lo hará. Solo con despertarnos cada día
nos sentimos afortunados y comprendemos, sobre todo ahora, que lo breve es
doblemente bueno. Vivamos, escapémonos, trabajemos nuestra mejor versión y esforcémonos en ser aquello
que queremos ser.
Es nuestro momento, resurjamos en
cada nueva emoción y utilicemos los sentimientos que nos provocan cada vivencia
de la mejor manera que se nos ocurra. Aunque el monstruo nos obligue, como
seres responsables, a enmascarar nuestra sonrisa, no dejemos que ésta
desaparezca. Sonriamos por dentro y sigamos haciéndolo por fuera, cada día hay
mil motivos para hacerlo. Quien la quiera ver la verá, pero lo más importante
es que la sientas tú.