lunes, 30 de octubre de 2017

La influencia catalana en la independencia de Motril en 1873



Hace mucho tiempo que oí hablar de la efímera independencia de Motril. Como motrileña y periodista despertó en aquellos momentos en mí una gran curiosidad pero no ha sido hasta ahora cuando he querido documentarme y entrevistar a aquellos que podían aportarme algo de luz sobre aquellos hechos. Quería traeros este pedacito de historia al blog para aquellos que os interese conocer algo de lo que se vivió durante esos tres días históricos, del 22 al 25 de julio de 1873 en nuestra ciudad. Y por supuesto para cuantos queráis comentar, añadir o compartir historia. 

Aunque el problema catalán en el que se centra actualmente la atención pública, política y mediática no se asemeje en el fondo y forma a lo que se vivió en Motril, me parece anecdótico haber encontrado firmas catalanas en el documento que permitió en aquellas fechas la independencia de la ciudad costera bajo la figura de un Comité de Salud Pública. 


Ha sido emocionante tener en las manos el documento, en el que se recoge lo que se sabe del origen de esos tres días en los que Motril vivió uno de los capítulos, a mi parecer, más interesantes y curiosos de su historia, algo que muchos motrileños aún desconocen. 


Este pasado julio se cumplió el 144 aniversario de la efímera República motrileña y es inevitable recordarlo ahora. En unos días agrios de tensión política donde Cataluña es el centro de todas las miradas soy consciente que resulta complicado poner la vista en una ciudad costera del sur de Granada. Pero, aunque solo sea por la histórica buena relación de Cataluña con Granada o por el influjo de los grandes terratenientes catalanes en la historia del comercio en Motril es bonito hablar de lo que nos une.


Hay libros históricos, pertenecientes a la colección local de la biblioteca de La Palma principalmente, que hablan de este hecho y existe la importante labor de los aficionados como Gabriel Medina (al que le agradezco también desde aquí su ayuda) e historiadores que han trabajado tanto y siguen haciéndolo para que los motrileños conozcamos nuestro pasado. 


La historia está ahí para recordarla en los momentos cruciales. Y no me refiero a noticias como que un centenar de personas partidarias de la independencia de Cataluña cortara el tráfico de la Gran Vía de Granada como protesta. Sino saber hechos históricos como la coronación de Zorrilla como poeta nacional ocurrida en Granada en el corpus de 1889 en el Liceo y en la que una de las grandes embajadas invitadas fue la de Barcelona. Unos días en los que los granadinos gritaban en pleno pulmón de la ciudad ¡viva Barcelona! ¡Viva Cataluña! (http://www.granadahoy.com/granada/Barcelona-Granada-coronacion-Zorrilla_0_863014117.html). 


Y hablo por supuesto también de las familias catalanas, como los Moreu que se instalaron en Motril atraídos por el negocio algodonero que dio riqueza a la ciudad a partir de finales del siglo XVIII, tras la crisis azucarera. Unos terratenientes que tuvieron mucho que decir también en la declaración de independencia de Motril que se legalizó bajo la figura de un Comité de Salud pública durante la revolución cantonal de 1873 para, según consta “armonizar intereses”.


Duró apenas tres días, del 22 al 25 de julio de 1873, tres días en los que Motril fue independiente. Un hecho histórico propiciado por una manifestación, como la que hemos vivido en vilo la inmensa mayoría de españoles por televisión a las puertas del parlamento catalán, pero que en la ocasión que nos ocupa debemos rememorar a las puertas del Ayuntamiento de Motril (por aquel entonces establecido como cabildo) ese 22 de julio de 1873. Alimentada y auspiciada por los republicanos federalistas responsables del movimiento cantonal que ya se había experimentado en muchas otras regiones, entre ellas Cartagena que fue pionera en este tipo de acciones políticas, pero con una gran participación de ciudadanos comunes. Dicha manifestación llegó al extremo de entrar por la fuerza en la sala de protocolo del cabildo motrileño desencadenando así este comité que, sin embargo, tuvo una corta vida al fin y al cabo.

A la instauración de este cantón se negaba rotundamente el cuarto teniente de alcalde de Motril, Juan Montero Bonachera, que en ese momento era responsable de la institución motrileña al haber desaparecido parte de la corporación en aquellos días revueltos en los que el descontento y desazón general se había apoderado de todo el pueblo. La incomunicación con Madrid, el malestar general de la población al sentirse abandonados por parte de las instituciones y la confusión de esta ciudad hacia su futuro, en la que se veía aislada del resto del país, ayudó a los republicanos federalistas a lograr su objetivo y convencer a las masas que finalmente forzó al pleno a tomar la decisión.


Junto a Bonachera en el cabildo motrileño aquel 22 de julio de 1873  se encontraban en dicho pleno una representación de los grandes contribuyentes, adinerados empresarios entre los que se confirma, gracias al documento, que había representación catalana, así como los capitanes del regimiento de voluntarios de Motril, Ruperto Videurreta de la Cámara y Francisco Trujillo Carmona. Éstos intentaron convencer a Bonachero de que cediera a la protesta del pueblo y de los republicanos, pues, decían, las fuerzas policiales eran insuficientes para frenar un derramamiento de sangre en las calles. Mientras esa discusión se producía de puertas para adentro con todo ese pleno reunido intentando llegar a un pacto, fuera ya se disponían los manifestantes a entrar para forzar la situación. Fue cuando, según consta en el texto unos “paisanos” irrumpieron en el salón de protocolo del cabildo exigiendo una independencia que finalmente llegaría. Ambos capitanes fueron proclamados "presidentes" de esta efímera República de Motril que acabó el 25 de julio una vez restablecido el contacto con Madrid.

Y, ciñéndome al texto anterior, el objeto de aquel pleno donde se decidió todo fue, textualmente “el hacer presente la gravedad de las circunstancias por las que se atravesaba visto el estado de la capital y el estado de excitación en que se encontraba esta ciudad efecto de las anteriores noticias, para que todos viesen el medio más prudente de evitar una colisión que diera por resultado la alteración del orden público”.


El cometido, según el acta, sería finalmente “garantizar el orden y evitar los males que amenazaban y que se encontraban todos, sin distinción de colores políticos, siendo establecido el comité sólo hasta que se reanudasen las comunicaciones con Madrid y cesaren los motivos por los cuales se crea”. Igualmente, la parte del ayuntamiento aseguraba en acta su permanencia para “hacerse respetar”.


Muy bonita es la iniciativa que tuvo hace unos años Gabriel Moreno al crear la Cápsula del tiempo para celebrar el 135 aniversario de esta efeméride. Una foto que protagoniza su perfil de Facebook.


Según él mismo explica su intención fue el que la gente conociera la historia real de lo que todos llamaban "República Independiente de Motril". Y comparto su opinión cuando dice que “es curioso que un hecho que sólo duró tres días aún fuese referenciado entre la gente, pero el conocimiento sobre lo que fue, cómo y quién era totalmente desconocido”. Asegura que lo que le animó a escribir varios libros y artículos sobre la historia de nuestra ciudad fue el intentar que todos aquellos que quisieran descubrir hechos importantes y personajes históricos pudieran tener material para encontrarlos. Y de ahí nacieron sus libros entre los que destaca “Don Motril”, un índice onomástico de todos los libros y de centenares de fuentes adicionales relacionadas con la ciudad.


Me parecen de lo más interesante estos artículos de prensa firmados por el propio Gabriel (quien me lo ha hecho llegar) en el que destaca la tendencia republicana de una importante parte de la población motrileña, una tendencia “incrementada con la presencia de catalanes en la ciudad” y que a partir de 1869 ya se fue haciendo notar y que fue preparando el escenario de lo que después ocurrió. Entre esos catalanes destaca a Emilio Díaz Moreu, “nuestro más ilustre marino motrileño que llegó a convertirse en mano derecha del nuevo monarca español Amadeo de Saboya”. La abdicación en 1873 de este rey, cuya figura fue el primer intento en la historia de España de poner en práctica la forma de gobierno de la monarquía parlamentaria, fue el hecho que desencadenó aquel estado de incertidumbre en toda la Nación española.


Como veis hay mucha historia que conocer, multitud de detalles, personajes, decisiones y desencadenantes en torno a aquellos tres días de Motril como independiente, amparado en un comité de salud pública cuya única intención era salvaguardar la armonía de todo un pueblo. Fue un episodio pactado por los que eran o sentían responsables de la situación que vivía el pueblo motrileño, de decisiones forzadas por el momento y de un deber que tejieron aquellos tres días hasta volver a tomar el rumbo correcto.

jueves, 26 de octubre de 2017

Deja tu marca en los demás pero sobre todo en ti mismo



Todos somos una marca. Lo dicen los publicistas. Y creo sinceramente que todos vendemos cada día lo que somos a través de nuestra forma de vivir, de expresarnos, de cómo nos ganamos la vida, de qué hacemos para mejorar y ofrecernos ante el mundo como producto. Dejemos nuestra huella, aquello de lo que nos sentimos orgullosos, por lo que nos mueve la más absoluta y pura de nuestras emociones, por ejmeplo cuando hacemos lo que nos gusta. Dejemos un legado de intento y no de derrota, de impulso y no de retroceso. Creernos lo que somos y explotarlo. Todo lo decide el instante, el punto de inflexión, el momento en el que lo apuestas todo bajo mandato de los sentimientos que te remueven por dentro.

Esta mañana he ido a correr. Poco, solo para despejarme y para activar el cuerpo dolorido por la mudanza y el trabajo que está dando este nuevo piso en el que nos hemos instalado. Y por el barrio me he ido encontrando camino a casa a vecinos que me daban los buenos días. En el otro barrio no me ocurría. No me conocen, me miraban como se mira a los extraños en los pequeños pueblos, pensando “éste es forastero”. Pero me han dado los buenos días y si se quedaban dubitativos se los daba yo. Y en el supermercado donde he comprado el pan la cajera me ha regalado amplias sonrisas que me han taladrado y han conseguido ponerme de buen humor. 

El otro día pasó igual. Iba seria, cansada y alicaída y fuimos ya de noche a hacer la compra de la semana. Otra cajera, esta vez del turno de tarde me brindó varias sonrisas seguidas mientras nos daba las gracias y nos pasaba el ticket. ¿Habrá adivinado que estaba mal? Porque ahora me siento mejor, me ha reconfortado su muestra de simpatía y agradecimiento, pensé. Una vez más, los detalles y las pequeñas cosas suman.

A este respecto me he acordado del tweet que leí el otro día del presentador Dani Mateo https://twitter.com/DaniMateoAgain


Cómo trabajar tu marca personal en RRSS (Redes Sociales). Así se llamaba el curso en el que ayer tuve el placer de participar, organizado por @malagaimfe e impartido por Marketing Live Consulting http://www.marketinglive.es/ y la razón por la que os esté escribiendo sobre esto. Y estuvimos hablando de todo eso que llamamos “marca”, pero traducido a la persona emprendedora, empresaria y/o con un proyecto entre manos referido a su actividad. "Se gana a un cliente con la emoción", comentaba la ponente, Rocío Moreno. 

Emoción. Sin ella no hay nada. Pensadlo bien, yo no paro de darle vueltas. Analizad qué es, qué poder tiene y pensad en todo lo que hacéis al cabo del día que conlleve emoción. Hacedlo porque las cajeras del supermercado donde compro ahora y los vecinos me han presentado su marca sin ellos saberlo. Han sido amables y eso hará que recuerde su gesto.

Los emprendedores dan los buenos días a una idea. La saludan, la miran, la trabajan a fondo, la estudian (cómo venderla, a quien, dónde, cuándo, con qué medios…). Para ello utilizan todas las herramientas del marketing como son el realizar un plan estratégico y de acción (responden el ¿hacia dónde vas? Y miden resultados) con un análisis DAFO (oportunidades y amenazas/Fortalezas y debilidades), un Briefing (toda la planificación del que va a ser tu trabajo) y los contenidos de calidad que vas a ofrecer a tu Target (clientes). Sí, es mucho trabajo. Pero ante todo hay que ganarse a la gente con ese “buenos días”, con un apretón de manos y una mirada firme llena de propósitos y ofreciéndole algo distinto o mejorado de la competencia. Y, como bien dicen en la consultoría, sé coherente. 
Aprendimos mucho ayer. Pero sobre todo nos motivamos mucho. El curso nos dio algo en lo que apoyarnos, claves o tips para lograr encauzar de alguna manera nuestros propósitos empresariales. Pero, algo muy interesante es que constantemente quedó de manifiesto la relación entre el marketing y el coaching. En parte era inevitable que, al ser también experta en esa materia, la ponente quisiera darnos la clase intentando encender esa chispa que nos puede dar valor como marca. Porque para lograr tu objetivo de vender un producto es necesario trabajar todos los escenarios que forman parte del proceso y las herramientas para ello tienen mucho que ver con esa metodología que busca construir autoconfianza y lograr el desarrollo profesional.
Haciendo esta reflexión he encontrado en Internet una página que habla de ello, https://psicologiaymente.net/organizaciones/brand-coaching-marketing, y de un concepto que yo desconocía. Explica que “el Brand Coaching nace por la necesidad de las personas y las empresas de desarrollar, reforzar o definir su imagen a la hora de presentarse frente a los demás. Por tanto, el Brand Coaching está íntimamente ligado al marketing, por eso ha encontrado un lugar en las empresas y en las personas que desean maximizar el concepto de marca”. Así que todo es una cadena. Emoción, motivación, auto convencimiento, responsabilidad, trabajo, acción, contenido, análisis de resultados, valoraciones… Sí es muy difícil vender un producto, hay que trabajar mucho pero lo que está claro es que todo empieza con un buen “buenos días”, una actitud que traspase la mirada y una capacidad para darle la vuelta a las cosas y buscar lo ingenioso, lo verdadero, lo auténtico, diferente, emocional. Hay que meterse en el corazón del target. Un gran ejemplo es la marca Coca cola cuando nos vende “felicidad”.

La ponencia también nos sirvió para exponer nuestros problemas a la hora de llegar a la gente. De preguntarnos qué podíamos estar haciendo mal para no conseguir los resultados que pretendíamos en un comienzo. Los silencios eran cortantes pero porque cada uno nos sumergimos en nuestras propias experiencias y analizando en nuestra cabeza cómo poner en práctica todo aquello tan interesante que nos estaban contando. Pero hubo un concepto clave que todos compartíamos, la emoción. A eso no te gana nadie cuando la sientes profundamente dentro de ti y es ella la que te puede dar la clave de todo. Sobre todo cuando te desvías en el camino.


“Yo antes de desayunar, sueño con seis cosas imposibles”, decía Alicia en el país de las maravillas. Y me hace pensar en que quizá, cuantas más cosas soñemos más probabilidades existe que se cumpla alguna de ellas. Y de que, al no volcar todas las esperanzas en una sola cosa, corramos menos riesgo a dañarnos y caer abatidos en la negatividad. Es ahí la importancia del Plan B. de la parte del marketing en el que haces un plan de riesgos y planteas posibles soluciones. 

Otro de los alumnos acudió a mí en el descanso de la ponencia. Yo ya había mencionado este blog, La importancia de un instante y todos me habían oído. Él era fotógrafo y buscaba claves para poder venderse mejor en las redes sociales, el tema central de la ponencia. Me mencionó el concepto “el instante decisivo”. Al llegar a la puerta de clase Rocío ya nos indicaba que volviéramos a retomar el temario y me quedé dando vueltas a lo que ese señor me había dicho. 

Tenía un hilo del que tirar.

miércoles, 18 de octubre de 2017

London room



Decía el padre de la neuropsicología, William James, que si nos acordásemos de todo seríamos tan desafortunados como si nos acordásemos de nada. Y no retenemos todo porque el cerebro consolida solo las memorias que están fuertemente asociadas. En un estudio realizado en Barcelona los científicos demostraron que el cerebro activa redes de recuerdos relacionados durante el sueño y, dependiendo de la fuerza con que estén asociadas, las memorias se fijan o se olvidan. Lo que se olvida es ruido innecesario. Y al leer sobre ello cuando precisamente estaba escribiendo sobre un recuerdo no me cabe la menor duda, todo lo que retenemos en la memoria tiene mucho más poder del que podríamos imaginar. 

Los recuerdos no sólo existen para ser evocados y añorados, su poder les otorga la capacidad de inspirar vidas nuevas. Pueden ayudar a construir, a pesar de que también destruyan, pues servirse de ellos puede ser una gran idea para emprender algo nuevo. Dicen que no debemos alimentarnos de recuerdos pero, qué pasa si gracias a ellos nos volvemos más creativos. A la vista está que existe una gran diferencia cuando echamos mano de la memoria para contar una historia o revivir un instante de felicidad. 

Antes de trasladarme al piso desde donde os escribo estuve varias noches pensando en la mudanza. Me incomodaba el hecho de no recordar con exactitud la distribución y los detalles del nuevo piso, supongo que son normales las dudas cuando tu mente hila tan fino a causa de los nervios previos a un gran cambio. Pero sí hubo algo de la visita guiada por la dueña días atrás que se guardó en mis recuerdos selectivos. “Está la habitación roja, la verde y la rosa”, nos dijo sonriendo. Se refería a los colores de una de las paredes de cada habitación. La primera idea fue pintarlas de nuevo al instalarnos, esos no eran precisamente nuestros tonos favoritos, demasiado llamativos. Pero todo cambia cuando llevas dos días desembalando y limpiando a fondo sin ver el fin al caos de cajas y cinta aislante. Así, decidimos que las habitaciones se quedarían de momento tal y como estaban, hasta que tuviéramos ganas de empuñar la brocha. 


No es éste un post de decoración. Os quiero contar cómo los recuerdos pueden actuar de imán entre objetos y cómo sin querer o sin planearlo se puede hacer florecer nuevos modos de encontrar motivación. Porque cuando se tiene mucho tiempo para pensar debido a alguna situación puntual o circunstancia es importante crear el hábitat donde sentirse realizado y seguro. Fue así como hilé la decoración de la habitación en la que estoy ahora sentada. Quiero escribiros desde aquí a partir de ahora y haceros partícipes del nuevo hogar de La importancia de un instante. Es algo que necesito para que comprendáis la belleza de los recuerdos y lo importantes que pueden llegar a ser, al menos para mí. Esta no es solo una habitación al uso, una estancia en la decides poner una mesa y el ordenador. Quiero volcarme aquí para vosotros.



Y así comenzó todo…


Durante el primer día en el nuevo piso hallé objetos olvidados en un cuarto de desahogo, junto a la lavadora. Tenían pinta de llevar ahí mucho tiempo. 

No me gusta tirar nada y creí ver en el par de sillas rojas y en la papelera que encontré (y que recuerda a una boca de riego) un encanto especial. Una de las sillas tenía el color desgastado, la otra una pequeña parte del asiento abollado. Me las llevé a otra de las habitaciones para que dejaran de estropearse y siguieran junto a los productos de la limpieza y continué con la tarea de vaciar cajas.



Pero me entraron ganas de escribir y de encender el ordenador y romper tantos días de silencio. Me ocurrió a la mañana siguiente, mientras limpiaba el balcón de la habitación con pared roja. Habíamos pensado utilizarlo como despacho así que quería que estuviera a punto para cuando tuviéramos que utilizarlo. Cuando fui a otra habitación a buscar la mesa para plantar el portátil sobre ella, en el pasillo me topé con una de las sillas rojas. La había puesto ahí a primera hora de la mañana para apoyar la radio y empezar a limpiar. Entonces la pared roja vino a mi mente. Las palabras de la mujer, “la habitación roja”, sonaron más fuertes en mi cabeza y, dejando la tabla de la mesa en una esquina agarré en un arrebato la silla roja desgastada y retrocedí sobre mis pasos por el pasillo, de nuevo al futuro despacho. La coloqué en el suelo pegada a la pared. En ese instante recordé el cuadro de Londres. Hacía mucho tiempo que mi hermano y mi cuñada me lo habían regalado. Cuando visitaron la ciudad se hicieron con unas láminas en blanco y negro. Para completar el regalo, compraron un marco. A pesar de su grosor y de la importancia de que Westminster aparezca al fondo, la cabina roja protagoniza la imagen. Roja. Mientras os lo cuento intento ordenar recuerdos. Sí, cuando me la regalaron aún yo no había ido a Londres, aún desconocía cuánto valor llegaría a darle a ese cuadro. 

Pudo ser mi manía de no querer tirar nada, intento darle una vida nueva a los objetos. Quizá mera coincidencia, al fin y al cabo el rojo es un color muy común (aunque no es precisamente mi favorito). Solo sé que mi mente asoció recuerdos, me llevó a guardar aquellas dos sillas a pesar de no estar en perfecto estado, y de no saber dónde las pondría, y mis manos acudieron solitas hasta el cuadro que, a pesar de que siempre me ha encantado, nunca sé dónde poner. Es cierto, lo he tenido colgado en un lado o en otro pero siempre creía que no era el lugar adecuado. Hasta hoy. Lo tengo enfrente de mí. Sobre la silla desgastada. Todos los rojos coinciden. El de la pared, el de la silla y el de la cabina. A pesar de no tener nada que ver entre ellos ni haber sido fabricados para ir conjuntados.

Esta semana está siendo intensa en mi nuevo refugio, no sé qué más habrá pasado cuando llegue el viernes pero ya os digo que el lunes y el martes han sido muy intensos. El miércoles amanece con fuerte tormenta y la persiana del despacho estropeada. Desde aquí os escribo, sin ser consciente de si hay luz o en cambio sigue nublado en el exterior. La bombilla desnuda del techo hace algo amarilla la estancia, y llega ahora a molestarme después de las horas transcurridas. El rojo sigue intacto. El desgastado por el sol del cuarto de la limpieza le da un toque vintage a la silla. Me hace sonreír. Supongo que por este tipo de cosas a los decoradores les apasiona su trabajo. Reconozco que tiene su puntillo. 

El vértigo de una mudanza y de la incertidumbre se hace más llevadero desde este asiento. Ya sé por qué no elegí la silla roja como complemento para la mesa, tenerla enfrente me iba a servir de inspiración.
Como dice Lucy “la vida nunca resulta como la has planeado”. Su vida cambia por completo en Mientras dormías. Cuando Peter despierta no la recuerda, verla tan solo unos segundos mientras compra el ticket del metro en la cabina donde ella le atiende no es que sea el mejor lugar para retener la cara de una persona. Sin embargo ella se enamora perdidamente de ese desconocido. “La mente humana archiva algunos recuerdos mientras duerme, a la vez que elimina otros”, decían los científicos en el artículo de la revista Journal of Neuroscience. “Al eliminar los recuerdos sobre nuestro entorno que son poco frecuentes o inconsistentes, se evitan interferencias de la memoria en el futuro”.

Ayer por la tarde, con la ilusión efervescente de la recién estrenada London room Ricardo llegó del trabajo. Yo estaba empezando a escribiros en esta habitación. Sonó su voz al otro lado del pasillo, “¿Dónde estás?. Y yo le respondí, “en London”. Y por un instante, mucho más fugaz que cualquier otro que haya experimentado, pensé, “estoy en Londres”. Y sonreí por dentro. Y ahí descubrí otra función de este nuevo rincón. Desde aquí puedes viajar a otros lugares a grandes velocidades. Y me doy cuenta que siempre lo hago mientras os escribo. Es uno de los tantos alicientes de narrar.


Eso me hace recordar otra anécdota divertida. Iba a ser el primer año en Granada y Noelia, Mary y yo íbamos a compartir piso de estudiantes. Ellas quisieron compartir una así que sobraba la tercera habitación (siempre le das el último orden a lo que menos te gusta). Estaba justo al lado de la puerta, era estrecha y sombría y tenía una pequeña ventana que daba al ojo patio del edificio. La bautizamos como “la habitación del mal rollo” y, muchas veces sí que lo dio, dio para mucho. 

Aquella primera noche de estudiante, mientras dormía, mi cerebro retuvo aquel recuerdo del nuevo nombramiento y lo hizo eterno. Darle nombre a las habitaciones ayuda a hacerlas más tuyas, a que se conviertan en un hogar por sí mismo. Y el que haya surgido solamente en aquella de Granada y en ésta las hace aún más excepcionales.
Hoy, desde la habitación London me traslado años atrás al momento en que aquellas tres chicas atravesaron con sus maletas el largo pasillo que separaba la “habitación del mal rollo” del resto del piso, descartando instintivamente la estancia sombría cuando nos dispusimos a elegir dónde dormir. La distancia se hace invisible a la memoria, no importa cuánto tiempo haya transcurrido, las grandes vivencias siguen ahí. Igual que nosotras que ahora vivimos alejadas las unas de las otras, cuando nos vemos el tiempo es como si no hubiera pasado.

Dejo un momento de escribir y salgo a la terraza. El aire parece limpio después de la tormenta, el fresco reconforta después de las horas bajo la luz amarilla y frente a la pared roja. El cielo permanece nublado sobre los árboles. De repente, una tímida lluvia suena y consigo poner en segundo plano el ruido del tráfico para escucharla caer. Una vez más selecciono lo importante, seguro que recordaré mañana esta lluvia placentera. Un pájaro sobrevuela las copas de los árboles, vuela libre ignorando el gris escenario de su huida. 


He vuelto a la habitación roja, el efecto amarillo me devuelve las palabras. La semana se presenta más interesante después de haber compartido todo esto con vosotros. 
Los recuerdos con lluvia parecen más nostálgicos al releerlos y, después cuando enciendo una vela porque la luz se ha ido y la lluvia se oye caer en el exterior. Son capaces de cambiar el futuro o, cuanto menos, hacer más poderoso el presente. Ese que se impone salvajemente con la suave brisa del otoño.


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