San Valentín es un día, como cantaría Eros
Ramazzotti, "dedicado para los que están... enamorados". Me imagino
como habrá sido la mañana en los institutos, por ejemplo. Recuerdo que alguien
se encargaba de ir repartiendo rosas blancas y rojas de aula en aula y siempre
había nervios y expectativas. ¿Nunca os habéis mandado rosas entre las amigas
de una clase a otra?, era muy divertido y además llegabas contenta a casa con
tu flor en la mano. Mi madre hacía cábalas pensando que tenía un pretendiente o
algo así.
Ahora, que hemos madurado, la cosa ha cambiado bastante. Como diría Rose, el
personaje que interpreta Barbra Streisand en la película El amor tiene dos caras, "Yo
creo en el amor, la lujuria y el sexo, y en el romanticismo. No quiero que todo
cuadre como en una ecuación perfecta. Quiero desorden y caos. Quiero que
alguien se vuelva loco y pierda la cabeza por mí. Quiero sentir pasión, ardor y
sudor, y locura. Quiero San Valentín y a Cupido y todo ese rollo. ¡Lo quiero
todo!".
Y, en el fondo, aunque no se confiese en público, ¿quién no quiere todo eso?. Qué chica no sueña con tener un momento parecido al que vivió Debra Winger, cuando Richard Gere se la lleva en brazos al final de Oficial y Caballero. Quién no espera una confesión de amor como la que Julia Roberts le hace también a Gere en Novia a la fuga, cuando le dice: "Te garantizo que habrá épocas difíciles y te garantizo que en algún momento uno de los dos o los dos querremos dejarlo todo, pero también te garantizo que si no te pido que seas mío, me arrepentiré durante el resto de mi vida porque sé, en lo más profundo de mi ser, que estás hecho para mí".
Porque "el amor es como el viento, no
podemos verlo pero si sentirlo" (Mandy Moore, Un paseo para recordar) y porque sentimos miedo cuando nos
enamoramos, como dice Jennifer Grey en Dirty
Dancing : "Tengo miedo de lo que vi, de lo que hice, de lo que soy,
pero sobretodo tengo miedo de salir de esta habitación y no volver a sentir
nunca lo que siento estando contigo". Todo el mundo ansía encontrar a su
media naranja y poder decirle "Tú me completas", como Tom Cruise a
Renée Zellweger en la película Jerry
Maguire.
Los guiones de las comedias románticas se
escriben con el propósito de hacer volar los sentimientos, de reflejar muchas
veces lo que secretamente buscamos en nuestras vidas. Con el cuerpo pegado al
asiento, nos metemos en la piel de los protagonistas y vivimos intensamente
cada secuencia. Mientras estamos en el cine siguiendo al dedillo la trama, nos
sumergimos en los detalles, nos volvemos empáticos, sufrimos y nos alegramos
con los personajes, pensamos en lo guapo que es el protagonista, en cómo
actúan, hasta llegamos a preguntarnos, en ocasiones, si durante el rodaje la
realidad superó la ficción y los actores se enamoraron en la vida real. Y hasta
que llega el momento de hallar en google la respuesta a tu pregunta, no se
desvanece la esperanza de que siguen juntos y tan felices.
Aunque seamos conscientes de que las historias
que cuentan en las películas son demasiado perfectas, demasiado idílicas, nos
encantan, porque quisiéramos que algo así nos ocurriera en la realidad, pero
sobretodo porque disfrutamos con el mero hecho de saber que la protagonista se
ha quedado con el chico y de que fueron felices por siempre jamás. Lloramos
cuando las dejan plantadas o cuando el prota intenta convencerla de que ella es
su excepción, como en Qué les pasa a
los hombres. Sabemos que la realidad es más complicada, pero nos
sumergimos tanto en los "momentos cucos" que todo de repente parece
sencillo y por arte de magia creemos que todo es posible.
Otras veces, es el desamor el hilo conductor de
la historia. Si no nos vemos correspondidos en el amor, nos puede pasar lo que
a Kate Winstley en esa gran película, The
Holiday. Durante una cena, el entrañable guionista que se hace amigo de
ella, interpretado por Eli Wallach, le intenta abrir los ojos y le dice que,
"en las películas están la protagonista y las amigas de la chica, tú eres
la protagonista de tu vida pero no sé por qué te empeñas en ser la amiga de la
chica".
A veces, alguna que otra noche, hemos querido
"escribir los versos más tristes", como Neruda, o nos hemos
ilusionado por cualquier tontería como Bécquer cuando escribió "hoy la he
visto, la he visto y me ha mirado, hoy creo en Dios". Y es que, ya lo dijo
Lope de Vega, cuando amamos de verdad "damos la vida y el alma a un
desengaño, esto es amor, quién lo probó, lo sabe".
Y si queréis aprovechar esta noche para ver El
Diario de Noah con vuestra pareja, disfrutar de una cena romántica a la luz de
las velas con las canciones de Luis Miguel de fondo o escribirle un poema a la
persona que amais, no hagais caso a los que os llamen cursis o a los que digan
que el día de los enamorados es una celebración absurda. Todos al final
queremos enamorarnos y escribir nuestro propio guión de película.
PD: Hasta nuestro salón puede ser la terraza del
Empire State Building con nuestro Tom Hanks particular.
Feliz Día de San Valentín
THE END