Todos somos una marca. Lo dicen los
publicistas. Y creo sinceramente que todos vendemos cada día lo que somos a través de nuestra forma de
vivir, de expresarnos, de cómo nos ganamos la vida, de qué hacemos para mejorar
y ofrecernos ante el mundo como producto. Dejemos nuestra huella,
aquello de lo que nos sentimos orgullosos, por lo que nos mueve la más absoluta y
pura de nuestras emociones, por ejmeplo cuando hacemos lo que nos gusta. Dejemos un legado de intento y no
de derrota, de impulso y no de retroceso. Creernos lo que somos y explotarlo. Todo lo decide el instante, el punto de inflexión, el momento en el
que lo apuestas todo bajo mandato de los sentimientos que te remueven por dentro.
Esta mañana he ido a correr. Poco, solo para
despejarme y para activar el cuerpo dolorido por la mudanza y el trabajo que
está dando este nuevo piso en el que nos hemos instalado. Y por el barrio me he
ido encontrando camino a casa a vecinos que me daban los buenos días. En el
otro barrio no me ocurría. No me conocen, me miraban como se mira a los
extraños en los pequeños pueblos, pensando “éste es forastero”. Pero me han
dado los buenos días y si se quedaban dubitativos se los daba yo. Y en el
supermercado donde he comprado el pan la cajera me ha regalado amplias sonrisas
que me han taladrado y han conseguido ponerme de buen humor.
El otro día pasó igual. Iba seria, cansada y alicaída y fuimos ya de noche a hacer la compra de la semana. Otra cajera, esta vez del turno de tarde me brindó varias sonrisas seguidas mientras nos daba las gracias y nos pasaba el ticket. ¿Habrá adivinado que estaba mal? Porque ahora me siento mejor, me ha reconfortado su muestra de simpatía y agradecimiento, pensé. Una vez más, los detalles y las pequeñas cosas suman.
El otro día pasó igual. Iba seria, cansada y alicaída y fuimos ya de noche a hacer la compra de la semana. Otra cajera, esta vez del turno de tarde me brindó varias sonrisas seguidas mientras nos daba las gracias y nos pasaba el ticket. ¿Habrá adivinado que estaba mal? Porque ahora me siento mejor, me ha reconfortado su muestra de simpatía y agradecimiento, pensé. Una vez más, los detalles y las pequeñas cosas suman.
A este respecto me he acordado del tweet que
leí el otro día del presentador Dani Mateo https://twitter.com/DaniMateoAgain
Cómo trabajar tu marca personal en RRSS
(Redes Sociales). Así se llamaba el curso en el que ayer tuve el placer de
participar, organizado por @malagaimfe e impartido por Marketing Live Consulting http://www.marketinglive.es/ y la razón por la que os esté escribiendo sobre esto. Y estuvimos hablando
de todo eso que llamamos “marca”, pero traducido a la persona emprendedora,
empresaria y/o con un proyecto entre manos referido a su actividad. "Se gana a
un cliente con la emoción", comentaba la ponente, Rocío Moreno.
Emoción. Sin ella no hay nada. Pensadlo bien, yo no paro de darle vueltas. Analizad qué es, qué poder tiene y pensad en todo lo que hacéis al cabo del día que conlleve emoción. Hacedlo porque las cajeras del supermercado donde compro ahora y los vecinos me han presentado su marca sin ellos saberlo. Han sido amables y eso hará que recuerde su gesto.
Emoción. Sin ella no hay nada. Pensadlo bien, yo no paro de darle vueltas. Analizad qué es, qué poder tiene y pensad en todo lo que hacéis al cabo del día que conlleve emoción. Hacedlo porque las cajeras del supermercado donde compro ahora y los vecinos me han presentado su marca sin ellos saberlo. Han sido amables y eso hará que recuerde su gesto.
Los emprendedores dan los buenos días a una
idea. La saludan, la miran, la trabajan a fondo, la estudian (cómo venderla, a
quien, dónde, cuándo, con qué medios…). Para ello utilizan todas las
herramientas del marketing como son el realizar un plan estratégico y de acción
(responden el ¿hacia dónde vas? Y miden resultados) con un análisis DAFO (oportunidades
y amenazas/Fortalezas y debilidades), un Briefing (toda la planificación del
que va a ser tu trabajo) y los contenidos de calidad que vas a ofrecer a tu
Target (clientes). Sí, es mucho trabajo. Pero ante todo hay que ganarse a la
gente con ese “buenos días”, con un apretón de manos y una mirada firme llena
de propósitos y ofreciéndole algo distinto o mejorado de la competencia. Y, como bien dicen en la consultoría, sé coherente.
Aprendimos mucho ayer. Pero sobre todo nos
motivamos mucho. El curso nos dio algo en lo que apoyarnos, claves o tips para lograr encauzar de alguna manera
nuestros propósitos empresariales. Pero, algo muy interesante es que
constantemente quedó de manifiesto la relación entre el marketing y el coaching.
En parte era inevitable que, al ser también experta en esa materia, la ponente
quisiera darnos la clase intentando encender esa chispa que nos puede dar valor
como marca. Porque para lograr tu objetivo de vender un producto es necesario
trabajar todos los escenarios que forman parte del proceso y las herramientas
para ello tienen mucho que ver con esa metodología que busca construir
autoconfianza y lograr el desarrollo profesional.
Haciendo esta reflexión he encontrado en
Internet una página que habla de ello, https://psicologiaymente.net/organizaciones/brand-coaching-marketing,
y de un concepto que yo desconocía. Explica que “el
Brand Coaching nace por la
necesidad de las personas y las empresas de desarrollar, reforzar o definir su
imagen a la hora de presentarse frente a los demás. Por tanto, el Brand
Coaching está íntimamente ligado al marketing,
por eso ha encontrado un lugar en las empresas y en las personas que desean
maximizar el concepto de marca”. Así que todo es una cadena. Emoción,
motivación, auto convencimiento, responsabilidad, trabajo, acción, contenido, análisis
de resultados, valoraciones… Sí es muy difícil vender un producto, hay que
trabajar mucho pero lo que está claro es que todo empieza con un buen “buenos
días”, una actitud que traspase la mirada y una capacidad para darle la vuelta
a las cosas y buscar lo ingenioso, lo verdadero, lo auténtico, diferente,
emocional. Hay que meterse en el corazón del target. Un gran ejemplo es la
marca Coca cola cuando nos vende “felicidad”.
La ponencia también nos sirvió para exponer
nuestros problemas a la hora de llegar a la gente. De preguntarnos qué podíamos
estar haciendo mal para no conseguir los resultados que pretendíamos en un
comienzo. Los silencios eran cortantes pero porque cada uno nos sumergimos en
nuestras propias experiencias y analizando en nuestra cabeza cómo poner en
práctica todo aquello tan interesante que nos estaban contando. Pero hubo un
concepto clave que todos compartíamos, la emoción. A eso no te gana nadie
cuando la sientes profundamente dentro de ti y es ella la que te puede dar la
clave de todo. Sobre todo cuando te desvías en el camino.
“Yo antes de desayunar, sueño con seis cosas
imposibles”, decía Alicia en el país de las maravillas. Y me hace pensar en
que quizá, cuantas más cosas soñemos más probabilidades existe que se cumpla alguna
de ellas. Y de que, al no volcar todas las esperanzas en una sola cosa,
corramos menos riesgo a dañarnos y caer abatidos en la negatividad. Es ahí la
importancia del Plan B. de la parte del marketing en el que haces un plan de
riesgos y planteas posibles soluciones.
Otro de los alumnos acudió a mí en el
descanso de la ponencia. Yo ya había mencionado este blog, La importancia de un
instante y todos me habían oído. Él era fotógrafo y buscaba claves para poder
venderse mejor en las redes sociales, el tema central de la ponencia. Me mencionó
el concepto “el instante decisivo”. Al llegar a la puerta de clase Rocío ya nos
indicaba que volviéramos a retomar el temario y me quedé dando vueltas a lo que
ese señor me había dicho.
Tenía un hilo del que tirar.