Recuerdo que, hace unos años en medio de una conversación
sobre los libros que nos gustaban o que nos habíamos leído recientemente, Patricia me dijo alarmada, ¿no te has leído El Principito?. Ante mi negativa, un tanto avergonzada, mi amiga no dejaba
de manifestarme su sorpresa ante este hecho. La verdad es que era una de mis
lecturas pendientes y, desde aquel momento, lo había tenido más pendiente aún,
hasta que llegó el día en que dije, me pongo y lo leo, ya no puede pasar más
tiempo. Y quedé encantada con esas metáforas y esas enseñanzas que te hacen
reflexionar y transportarte a las escenas maravillosas que recrea la obra del
francés Antoine de Saint-Exupéry. Los entrañables dibujos
del autor, que acompañan la lectura, son auténticos reflejos de los
sentimientos que llegan a despertar en el lector las andanzas de Le Petit
Prince.
Los cuentos son una de las mejores lecturas en las que
podemos invertir nuestro tiempo. Son instrumentos, muchas veces, aún más
didácticos, enriquecedores y esclarecedores que cualquier libro normal, por muy
best seller que éstos últimos sean. Los cuentos son historias que nos
transportan a un mundo, casi siempre irreal, pero donde ocurren cosas que
podemos llegar a identificar con nuestra propia vida. Los cuentos contienen
moraleja y apreciaciones que replantean el mundo en el que vivimos y cómo los
acontecimientos que nos ocurren o que nos rodean nos afectan o, incluso, cómo
nuestros actos repercuten en los demás.
La idea de que estas lecturas son sólo para niños es
totalmente errónea y anticuada. Quien piense eso se está perdiendo grandes
obras de la literatura que son capaces de endulzar, dirigir y alimentar el
sentido más amplio que puede abarcar la imaginación de quien esté dispuesto a
abrirse ante realidades, que además son mucho más grandes que nuestras creencias o
pensamientos cotidianos.
La razón de hablaros de ellos es porque, últimamente, ha
coincidido que he leído tres cuentos en los últimos meses que me han llegado al
alma. Cada uno de ellos, muy diferentes entre sí, describe auténticas formas de
vivir la vida y de encontrarle sentido. Sobre escenarios dispares, con
personajes peculiares, únicos y asombrosos, en situaciones atípicas pero perfectamente
reales. Los tres que os recomiendo poseen el don de hacer que no puedas despegar
la mirada de sus páginas, ya que, es leerlos y entender por qué se encuentran
entre los libros más especiales del mundo.
Antes de leer El
principito, pude tener en mis manos El
árbol rojo, no tan conocido como el primero. Había oído a mi amiga Rocío mencionarlo y, en cuanto escuché cómo
hablaba de él, supe que debía buscarlo para regalárselo por su próximo cumpleaños.
Y, resulta que me llevé una preciosa sorpresa al verlo. Lo habíamos encontrado Ricardo
y yo por Internet, después de infructuosas búsquedas por librerías, y nunca esperábamos
que fuese una edición tan bonita. Ét voilà. Aquí os dejo la imagen de una de
las ilustraciones de ese inolvidable cuento, una foto que le he pedido a Rocío
para el blog.
Shaun Tan es australiano y es un maestro en crear ilustraciones
acompañadas de pequeños textos que pueden entenderse, bajo mi punto de vista,
como pequeños micro-relatos. En el caso de The
Red Tree, esta peculiar niña de pelo rojo siempre encuentra un final feliz
al final de su camino. Su lectura no deja indiferente a nadie y ante todo abre
la puerta a cuantas conclusiones desees sacar de sus enseñanzas.
Y llegó Navidad y no pude resistirme. Necesitaba saldar una cuenta pendiente, la que tenía desde hace muchos más años que con El Principito. Creo que estaba todavía en el instituto cuando me lo compré y aún no había abierto sus páginas, a pesar de haber oído hablar de él hasta la saciedad, sobre todo en películas. Os hablo de Canción de Navidad, de Charles Dickens. Creo que lo más encantador de este libro es que todos hemos llegado a conocer en algún momento de nuestra vida a algún Scrooge. Alguien que, por sus desprecios hacia los demás o hacia algún aspecto de la vida, nos ha generado la impresión de que necesitaba cuanto antes una noche de fantasmas (del pasado, presente y futuro) que le mostrara la vida a la que su comportamiento, para con los demás y para con él mismo, lo había abocado.
Muchas veces entiendo a mi madre cuando me dice que alegre
la cara, que no me enfade o que vea las cosas de otra manera, que me tome la
vida de otra forma o que no me tome tan a pecho alguna situación. Todos somos
más guapos cuando nos reímos, y además proyectamos mejores sensaciones y
trasladamos una mejor actitud hacia los demás. Lo tengo comprobado por personas
que he ido conociendo en este tiempo atrás y, por supuesto, en mi caso propio.
Estos cuentos me han ayudado a darme cuenta de lo importante que es mirar la vida desde otra perspectiva. La posibilidad de que un cuento pueda hacer estallar tu burbuja de seguridad y entendimiento es tan mágica como la intención que movió a sus autores a compartirlos con el mundo.
Estos cuentos me han ayudado a darme cuenta de lo importante que es mirar la vida desde otra perspectiva. La posibilidad de que un cuento pueda hacer estallar tu burbuja de seguridad y entendimiento es tan mágica como la intención que movió a sus autores a compartirlos con el mundo.
Un cuento es el todo de un universo maravilloso, creado para
hacernos soñar despiertos. Ése es un regalo que nunca deberíamos ignorar. Es
por eso que os invito a leerlos, a sacar vuestras propias conclusiones y a
disfrutar tanto, o más, de lo que yo lo he hecho con ellos. Nunca dejéis de ser niños,
ni de cometer pequeñas locuras, porque, como dice mi amigo Pedro, esa es la
actitud.
Y...hablando de leer... me ha hecho mucha gracia el vídeo que nos ha enseñado hoy nuestra profesora de inglés, con motivo de la cercanía del Día de San Valentín. Me encanta el final :) por aquí os lo dejo tambien.
Y...hablando de leer... me ha hecho mucha gracia el vídeo que nos ha enseñado hoy nuestra profesora de inglés, con motivo de la cercanía del Día de San Valentín. Me encanta el final :) por aquí os lo dejo tambien.
Feliz fin de semana