Los días van demasiado
deprisa y, en esa corriente, lo único que detiene el tiempo son los detalles que
nos hacen felices.
Esas “tonterías”, memeces, cursiladas, pequeñeces, que
dibujan una sonrisa en nuestro rostro e inyectan endorfinas, dopamina y
serotonina en nuestro ser.
Si quieres jugar, no lo hagas al escondite con ellas.
Muéstrate y la felicidad te encontrará.
Leí una vez que para
tener eso que llaman “suerte” había que estar totalmente abierta a la vida, a
todo lo que te pase. Estar despierta. Saber ver la oportunidad y aprovecharla.
La vida parece detenerse cuando tienes que
tomar alguna decisión. Y si te fijas aún más notarás la visita de la sabia
intuición que, en el fondo, siempre sabe lo que hay que hacer.
¿Qué me hace feliz al instante?
Que la gente a la que
quiero esté sana. Hacerles sonreír. Tener detalles bonitos con ellos. Escribir
sobre ellos y que sonrían. Aunque yo no los vea hacerlo.
Un abrazo con los ojos cerrados
Un beso con los ojos
cerrados
Comer sushi y que se te cierren los ojos
Un “Te quiero” en un post it
Las reuniones familiares.
Que cuando alguien pregunte ¿Quién va a
comer hoy a casa? Todos los hermanos contestemos:
Yo. Yo. Yo. Yo.
Caminar descalza por la
orilla de la playa
Ver el tren pasar desde
la ventana de la cocina
Un ataque de risa
Las palmeras de chocolate
Un diente de león
El viento volando las semillas de un diente
de león
Las semillas que metiste en aquel bote. Ese bote sobre la mesa
Las flores que cuando se
secan permanecen igual, como las siemprevivas
Un cuadro pintado por mamá
Un vestido hecho por mamá
La sopa de mayonesa de
mamá
Todo de mamá
Los consejos de papá
Los chistes de papá
La sabiduría de papá
Todo de papá
Una ventana con vistas al
mar
Un faro
La luz del día entrando
en mi salón
La luz sobre las letras impresas
Ver libros
Leer, aunque sea una
frase
Nuestras fotos. Todas.
Querer tenerlas todas en papel
Todo en papel. La prensa. Una buena
historia
Las sandalias negras
Los sombreros. Ver a alguien con sombrero
El amor según Benedetti
Los libros de Máxim Huerta y Albert Espinosa
Las sábanas de “pelillo”
El verano en Salobreña
El salmorejo cualquier día del año
Las estrellas. En un
bolso, en un cojín, en el firmamento.
Saber por fin qué me voy a tatuar. Decírselo a mi hermana
Esperar el arrebato de
hacerme un segundo aguajero en la oreja derecha
La agenda Erik rosa con
flores negras que me regaló el dueño de la tienda de aquel frío hospital
Un beso de mi marido.
Otro. Otro. Otro. Otro.
La sudadera gris sobre
Londres. Comprada en Londres.
Ese mes en Londres
Coger piñas en el campo. Verlas
después en la estantería.
Encender las lucecitas blancas que metimos en aquel botijo de cristal
Un colacao caliente con galletas María
Que mis sobrinos me llamen tita. Sus sonrisas.
Que mis sobrinos me llamen tita. Sus sonrisas.
Las camisas blancas
Los vestidos largos
Las margaritas
Las hojas marrones del
otoño en el suelo. Por el aire.
Salir a correr. Salir.
Correr.
Cabo de Gata al amanecer. Al atardecer. Al anochecer.
Aquel café frente al
acueducto de Segovia
Escuchar el mar embravecido desde nuestro crucero
Imaginar el día que pise
Nueva York
Un cuadro de Monet
Aquel helado en la Plaza
Navona de Roma
Aquel baño en la Isla Di
Capri
Italia entera
(...)
Y que todo esto (y más)
defina La importancia de un instante.
Lo ves. Lo sientes. Lo sabes. Ese instante ha cambiado tu vida y su importancia
es para ti tu más ferviente tesoro. Haz una lista y déjate llevar por la felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario