Algunos lo llaman el universo novios, y ciertamente se está
convirtiendo en todo un negocio donde ya vale casi todo. Una torre Eiffel enorme para
iluminar el jardín de la copa de bienvenida, una caravana convertida en
fotomatón o invitaciones tan tipografiadas que no sabes si te están invitando a
una boda o a una fiesta de disfraces.
Y no nos engañemos, en mayor o menor medida, todos los que nos vamos a casar debemos hacer un esfuerzo por
mantener la cordura mientras que intentamos no perdernos en el laberinto de
stands de esas grandes ferias de novios. En cada pasillo en el que te adentras hay
alguien siempre acechando para ofrecerte sus servicios, todo para el idílico cuento de
hadas que quieren que tengas.
Personalmente me pareció muy divertida una mujer de una joyería que se echaba las manos a la cabeza porque aún no teníamos las alianzas. Su cara era un poema y solo le faltó regañarnos. Mala táctica para vender, la verdad. Eso hace que la descartes en seguida por lo que te transmite. Para ser claros, al final siempre te decantas por quien te ofrece una sonrisa, humildad y quien te vende bien lo que tiene pensado y personalizado para ti.
Sí, porque después de salir de la gran nave de los sueños donde todo corre mucha prisa (por tener el fotógrafo, las alianzas, etc), al final parece que todo forma parte de un espectáculo en el que tienes que montar toda clase de atracciones para dejar a los invitados con la boca abierta. Y que digo yo que para qué tanto pensar en decoraciones cuando al final tus invitados se van a quedar con que si han comido o bebido bien o si se han podido hacer una foto con los novios. Hay que pensar en los detalles pero sin olvidar las miradas de la pareja, el abrazo con tus seres queridos y sobre todo hacer que los invitados se sientan especiales, porque lo son.
Personalmente me pareció muy divertida una mujer de una joyería que se echaba las manos a la cabeza porque aún no teníamos las alianzas. Su cara era un poema y solo le faltó regañarnos. Mala táctica para vender, la verdad. Eso hace que la descartes en seguida por lo que te transmite. Para ser claros, al final siempre te decantas por quien te ofrece una sonrisa, humildad y quien te vende bien lo que tiene pensado y personalizado para ti.
Sí, porque después de salir de la gran nave de los sueños donde todo corre mucha prisa (por tener el fotógrafo, las alianzas, etc), al final parece que todo forma parte de un espectáculo en el que tienes que montar toda clase de atracciones para dejar a los invitados con la boca abierta. Y que digo yo que para qué tanto pensar en decoraciones cuando al final tus invitados se van a quedar con que si han comido o bebido bien o si se han podido hacer una foto con los novios. Hay que pensar en los detalles pero sin olvidar las miradas de la pareja, el abrazo con tus seres queridos y sobre todo hacer que los invitados se sientan especiales, porque lo son.
Foto: perfil de Instagram de smpweddings
Resulta que cuando vuelves a tu casa, lejos del mundanal ruido del negocio entorno a las bodas, descubres lo fácil que puede llegar a ser abandonar la esencia de cuando todo esto empezó. Me refiero a los instantes y acontecimientos que nos han llevado a Ricardo y a mi hasta este punto. Al final se trata de encontrar un punto intermedio y de no darle demasiadas vueltas a todo lo que ves y oyes porque ni las alianzas están en peligro de extinción ni van a darse a la fuga todos los buenos fotógrafos del país.
Otra cosa acerca de la organización de tu boda es comprender hasta la
raíz la tan repetida frase de sois
vosotros los que os casáis. Dedico algo de tiempo a hablar de esto porque son muchas las personas que me han dado ese mismo consejo, precisamente porque es algo que han vivido todos los novios que deciden organizar su boda. En torno a este tema quizás los novios cometemos el error de compartir con los demás cada mínimo detalle que
pasa por nuestra cabeza. A mi me ha pasado. Y lo haces, no por pedir opinión (aunque muchas veces ayuda)
sino por el simple hecho de la invasión emocional. Cuando algo te encanta, una
idea te entusiasma o quieres hacer algo de una manera u otra es como si quisieras
que la persona a la que se lo cuentas empatice contigo. Es como esa necesidad
de compartir una foto en las redes sociales cuando vives algo realmente
especial. Pues resulta que compartir tanto no es buena idea. Además, ¿porque no dejamos algo como factor sorpresa?. No he tenido malas
experiencias al respecto pero si he perdido mucho el tiempo dándole
vueltas a cosas que no merecían tanta importancia. O he cambiado de idea para luego volver a la
original. Un consejo muy valioso es no dejarse llevar por lo que opinen los
demás. Parece algo muy manido pero es la pareja la que escoge cómo celebrar su
gran día.
Otra cosa que me fascina es la
insistencia por parte de empresas, wedding planner o incluso profesionales de
lo audiovisual por intentar inculcarnos una cultura basada en seguir unas
determinadas tendencias y eso se nota, y mucho, cuando acudes a cualquier evento sobre bodas. Y me deja atónita porque es todo un fenómeno que ha logrado inmiscuirse a pequeña o gran
escala en prácticamente todas las bodas que se celebran en los últimos tiempos.
Hay detalles que han llegado con fuerza y que conquistan a las parejas hasta
hacerles decantarse por utilizarlos.
Ahora, por ejemplo, tengo entendido que tu boda tiene
que tener una temática para que toda la decoración y demás detalles vayan
acordes. Y te lo dicen los propios profesionales con los que hablas y lo ves en las bodas a las que acudes y te preguntas: ¿Y si yo no tengo temática, qué?. Pues tranquilos a las parejas que estén como nosotros, porque no se acaba el mundo.
Pero es así, se imponen las temáticas. Y he de reconocer que tienen su chispa, aunque yo no me identifique con ninguna. Así, más y más novios se unen a esa moda y te encuentras como
invitada en ceremonias donde amigos casan a sus amigos vestidos con trajes de la época medieval y cuyo baile nupcial y fotocall es también acorde, otras donde
todo está inundado de flores (hay más que invitados), y cartelería en madera en forma de flecha para
señalizar los distintos espacios de celebración, papelería reciclada o
arpillera para darle cierto toque rústico, sellos personalizados con las
iniciales de los novios y que estampan en todas las tarjetas de los regalos y
disfraces variopintos para animar el rato de copas y de baile. Solo digo que me
sorprende el poder de las modas y me asombra el trabajo que les debe costar a
los novios el personalizar dichas modas en un intento de hacerlas más
originales y ajustarlas a su historia. Aunque no sea seguidora de esta moda, nadie dice que no me lo pase pipa con ellas.
Todo se puede volver un poco locura en el momento en el que comienzas
a organizar tu propia boda y acudes a las expos de novios, sigues a varios
perfiles en Instagram relacionados con el mundo nupcial, visitas el famoso
Bodas.net que se ha convertido en una especie de biblia de esta clase de
celebraciones y comienzas a buscar todos los detalles que te gustaría que estuvieran
presentes. Lo más complicado es, repito, mantener la cordura. Es en esos instantes de
lucidez cuando te vienen a la cabeza momentos de tu infancia, haces un pequeño
recorrido por tu vida y piensas en cómo sería unirla a la de otra persona. Y
sin querer encuentro la inspiración. Una vez más, lo creativo se encuentra en las cosas sencillas.
Foto: perfil de Instagram de culturainquieta
No os he comentado nada del fenómeno de la pre-boda y la post-boda. ¿Cuando se supone que es la pre-boda?¿cuántos días antes del gran día? Nosotros nos hicimos ya alguna foto este verano aprovechando que estábamos entre los preciosos paisajes de la comarca de Huéscar, donde se encuentra el pueblo de Ricardo (Puebla de Don Fadrique). Os regalo una de las preciosidades que logramos gracias a Rocio Romero. Hasta con un día clarooscuro salen cosas maravillosas. Y de las cosas improvisadas brotan muchas veces los mejores instantes.
Hasta pronto :)
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