Existen
momentos en los que alcanzas la perfección. Segundos, instantes, chispazos de
magia. Como ver el naranja de un atardecer mientras te bañas en el mar o
tumbarte bajo una manta de estrellas al abrigo de la noche, y esperar a que
pase el fugaz destello por el firmamento.
Qué
bonitas son las estrellas, aún más cuando, en su estela, se llevan nuestros
deseos más ansiados. La noche está en silencio y nuestros ojos miran de extremo
a extremo, nunca somos capaces de recorrer tan rápido el cielo como cuando
esperamos tener la oportunidad de ver una estrella fugaz. La paciencia y la
espera batallan con el clamor interior del que desespera por una luz en el
cielo. De repente gritamos, rompiendo el silencio de la noche.
-¡Ahí
está!, ¿la has visto?, le decimos al que tenemos al lado
-Acaba
de pasar por allí (y señalamos con el dedo el punto donde se ha perdido el
destello)
Y
nunca estamos seguros de haber formulado bien nuestro deseo, pero sabemos que
la estrella nos ha leído la idea en el pensamiento. Después, nos marchamos a
casa con la tranquilidad de haber visto un espectáculo maravilloso de bailes y
luces, que ha sido capaz de embellecer aún más el silencio de la noche y
el paisaje que nos protege.
Pocas
veces miramos algo con tanta intensidad, esperanza y felicidad. Así,
cada vez que la oportunidad de una nueva noche como esa vuelve a surgir, más me
convenzo de que no quisiera jamás mirar una estrella sin sentir un
escalofrío.
Qué fue de ti, amor
que ya no me hablas.
Quizá, por miedo,
tienes tu boca callada
Silencio, y sin embargo, te oigo,
pero no logro entender nada.
Si te fuiste por amor, te llamo,
como lo haría la estrella a la luna acaramelada
Sigue brillando en la noche,
como tú solo sabes hacerlo,
que yo, mientras, haré un hueco en mis brazos.
Si quieres venir, ¡hazlo¡
que ya no me hablas.
Quizá, por miedo,
tienes tu boca callada
Silencio, y sin embargo, te oigo,
pero no logro entender nada.
Si te fuiste por amor, te llamo,
como lo haría la estrella a la luna acaramelada
Sigue brillando en la noche,
como tú solo sabes hacerlo,
que yo, mientras, haré un hueco en mis brazos.
Si quieres venir, ¡hazlo¡
Y
hablando de apreciar lo que vemos, me ha venido al recuerdo este pequeño relato
que escribí hace tiempo.
Soñar despierto
Soñar
despierto, solo es tesoro de unos pocos. Lucas sabía bien qué significaba. No
sabía cómo era el color azul, sin embargo, a menudo frente al mar, dirigía sus
ojos al cielo, tomaba aire y soñaba con volar. Y algunas veces lo conseguía.
Negándose a vivir entre tinieblas, comenzó a imaginar…
Estaba
amaneciendo. Un nuevo día de verano se empezaba a dibujar en el horizonte. La
belleza del mar infinito, en contraste con el cielo azul acaramelado, cortaba
la respiración en sus pulmones y envolvía el aire de múltiples emociones. Hasta
la luna dejó en soledad a las estrellas, para acompañar al sol, hipnotizada de
envidia ante ese espectáculo de luces y sonidos, solo perceptible en el corazón
del que sueña despierto, del que encuentra la felicidad en el abrigo del sol,
del que se alimenta de un momento de sensaciones únicas e indescriptibles.
Lucas se sintió privilegiado por ello, pues éstas llenaban cada poro de su piel
dando luz a su oscuridad.
El
aire, extasiado de riquezas naturales, dibujaba a su paso armonías que se
adivinaban en el horizonte. Lucas respiró todo aquello, sentado sobre la
textura de la arena granulada, sin más ruido que el del movimiento de las olas.
Parecía como si el mundo se hubiese parado en ese instante, dejando ver todo su
esplendor. Se dejó llevar, recreando en cada rincón de su alma, la paz que solo
se encuentra en un recuerdo escondido en los pensamientos más dulces. Y el
tiempo, atrapado en un reloj de arena y agua, tan fugaz, siempre como un
suspiro, se paraba ahora inquieto a disfrutar con ese joven de aquella escena,
como sacada de los más preciosos cuentos.
Más
tarde, su amiga le sorprendió en pleno “sueño”.
-¿Qué
haces aquí sentado? -le preguntó-.
-Mira
bien a tu alrededor -le contestó Lucas. -¿A que nunca has visto nada
igual?.
Ella,
extrañada, miró a su alrededor –pero si solo es el mar- respondió.
–Sí,
y ¡he podido verlo!
"Los que sueñan de día son conscientes de muchas cosas que escapan a los que sueñan sólo de noche"Edgar Alan Poe
Lo
fugaz siempre es más hermoso cuando se aprecia el instante en que nos invade, y
lo hace a plena luz del día o de la noche, simplemente aparece y se va,
dejándonos su estela.
Feliz
semana :)
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