El coronel Brandon es quizá
demasiado mayor para Marianne, quizá poco atractivo o atrevido, demasiado serio.
Ella, aunque agradecida por las atenciones recibidas directamente del gran
corazón del coronel, queda perdidamente enamorada del apuesto Willoughby. A la
joven Dashwood le pueden las emociones y es capaz de tentar a la muerte por
perseguir al que cree el amor de su vida. Es una de las maravillosas historias
que encierra Sentido y Sensibilidad, la primera novela publicada de Jane Austen.
Hoy la he recordado al conocer la noticia del fallecimiento de Alan Rickman,
para mí el siempre enigmático y leal Christopher Brandon.
Por aquel 1995, año del estreno
en los cines de Sentido y Sensibilidad del director Ang Lee, Kate Winslet, Enma Thomson (quien ganó un
Óscar por el guion adaptado), Hugh Grant y Alan Rickman comenzaban a brillar y
lanzar grandes carreras cinematográficas. Curiosamente todos son británicos,
curiosamente cuatro de mis actores fetiche. Años más tarde los tres últimos coincidirían
en otra película que me encanta, Love Actually, aunque son muchas más las
ocasiones en que Thomson y Rickman han coincidido en la gran pantalla. Y cuanto
más investigo sobre estas películas, más me gustan. Y cuanto más pienso en los
personajes de Rickman más nostalgia tengo hacia las historias en las que se vio inmerso.
Rickman siempre será también el
eterno enemigo de otro de mis favoritos (aunque estadounidense), Kevin Costner,
en la versión que ambos protagonizaron en 1991 Robin Hood: Príncipe de los ladrones. Para mí, la mejor versión que
existe sobre este clásico.
Creo que gran parte de la admiración
que me merece Alan Rickman viene de la mano de grandes películas que me han
marcado especialmente. Puede que deba dar las gracias a los guionistas que
dieron vida a los diálogos y a la trama que tuvo que estudiarse, o tal vez a
los directores de casting o productores que decidieron que fuera él y no otro
el que encarnara a esos personajes con perfiles tan dispares. Como siempre,
todo es un compendio de circunstancias y oportunidades que provocan las
coincidencias perfectas. Casualidad o destino, Rickman forma parte de muchas
películas que guardo en mi estantería entre la colección de mis favoritas. Mi homenaje
será, sin querer, mi debilidad hacia las historias que me contaba con esa mirada
inclasificable y excepcional. Unas veces enamorada, otras muchas maquiavélica e
impenetrable.
Y esta tarde al saber que se
había marchado me vino a la mente esta imagen de Sentido y Sensibilidad. El
momento en que Brandon se enamora de la espontánea y apasionada Marianne.
Hay algo en la música y en los
paisajes de esas películas, como Orgullo y Prejuicio y Sentido y Sensibilidad,
que siempre me ha cautivado. Ese gusto y aprecio por las conversaciones, la
lectura o el bordado, las historias emocionales de los personajes, los
contrastes de clases y formas de vida, la lucha entre el deber y el querer y el
inconformismo de la protagonista que busca romper con lo establecido por la
sociedad del siglo XIX entorno al matrimonio. El alma humana analizada en
profundidad a través de historias de caballeros y de paseos a pie por extensos
prados mientras se dibujan las diversas maneras de afrontar los sentimientos
entre familias, el amor y la amistad.
...
Ni la tierra decrece o pierde nada
pues todo aquello que de algun lugar cae
con la marea hasta otro lugar nada
pues no hay cosa perdida
que no se pueda hallar si es buscada
...